titleRadio Armonia <subtitle type="text">Una señal en el aire, para confesar que: “Jesucristo es el Señor, para Gloria de Dios Padre". Fil. 2:11</subtitle> <link rel="alternate" type="text/html" href="http://www.radioarmonia.cl"/> <id>http://www.radioarmonia.cl/inicio/index.php/component/tags/tag/291-dolor</id> <updated>2024-05-01T14:45:25-04:00</updated> <author> <name>Web Radio Armonia</name> <email>internet@armonia.cl</email> </author> <link rel="self" type="application/atom+xml" href="http://www.radioarmonia.cl/inicio/index.php/component/tags/tag/291-dolor?format=feed&type=atom"/> <entry> <title>Enfrentando la Soledad 2017-04-10T13:25:00-03:00 2017-04-10T13:25:00-03:00 http://www.radioarmonia.cl/inicio/index.php/component/content/article?id=270:enfrentando-la-soledad Super User <p>La soledad ha sido denominada como el problema emocional más común del mundo. Se supone que es una de las principales razones de sufrimiento humano. Además de esto, es una condición permanente de millares de personas. La soledad es una experiencia que nos golpea en algún momento de nuestras vidas; es un dolor interno, un vacio, un sentimiento de insatisfacción. Este estado emocional puede desaparecer en pocos minutos o durar toda nuestra vida. Sentir soledad no es pecaminoso, por lo que no hay necesidad de agregar un sentimiento más de culpa al problema. Nuestro Señor no tuvo pecado, sin embargo también se sintió solo. La realidad es que si esta emoción no es confrontada en forma realista y adecuada, entonces pueden desarrollarse actitudes dañinas, las cuales ocultaran el gozo en su vida.<br /><br /><strong>Características de la soledad:</strong><br />La Soledad es como una dolorosa advertencia  de que no tenemos un contacto cercano y significativo con otros. Aún cuando estamos rodeados de otras personas, podemos sentirnos rechazados o mal entendidos. Frecuentemente, se dan sentimientos de tristeza, desánimo, desasosiego, y ansiedad, acompañado de un gran vacío. La soledad la puede sentir un hombre ocupado, rodeado de su familia, como un hombre viudo, una madre soltera, etc.<br /><br />Sin embargo, hay experiencias que pueden conducirnos directamente a la soledad: la muerte de un familiar cercano, un divorcio, el rompimiento de un compromiso matrimonial, el tener que ir a vivir fuera del país dejando a toda la familia. Y también suele ocurrir como resultado del alejamiento de la persona con Dios.<br /><br />Existe un intenso deseo de salir de este caparazón de la soledad, pero a menudo  la persona solitaria se siente frustrada e incapaz de iniciar, continuar o experimentar una relación estrecha con alguien. Algunas veces, hay un sentimiento de desesperanza y un fuerte deseo de tener cualquier clase de relación con alguien, para ver si así se termina con ese terrible dolor de su soledad involuntaria.  La soledad es dolorosa, no placentera, y parece que reseca la vida.<br /><span style="font-size: 12.16px;"><br /><strong>Hay distintos tipos de soledad:<br /></strong></span><span style="font-size: 12.16px;">Soledad transitoria o situacional. Esta puede durar desde un minuto hasta unos pocos meses. Puede darse por cambio de trabajo, universidad, mudanza, etc.<br /><br /></span><span style="font-size: 12.16px;">Soledad crónica o persistente. Esta proviene de la timidez de la persona, de una baja autoestima, de una auto-condenación, de una conducta social poco sensible de manera que los demás se alejan de dicha persona.<br /><br /></span><span style="font-size: 12.16px;">Muchos de nosotros hemos sentido la experiencia de sentirnos solos aún en medio de las personas. En otras ocasiones podemos estar solos, pero no sentir ningún sentimiento de soledad. Debido a esto, podemos decir que la soledad es un sentimiento interno que no depende necesariamente de que otras personas estén presentes o no. Esto hace que la solución sea un poco más difícil y personal.<br /><br /></span><strong><span style="font-size: 12.16px;">La soledad y la Biblia:<br /></span></strong><span style="font-size: 12.16px;">La Biblia menciona a otros personajes que sintieron soledad como Moisés, Job, Nehemías, Elías, Jeremías y David. En Salmos 25:16, David expresa su soledad a Dios diciendo: “Mírame y ten misericordia de mi porque estoy solo y afligido”. Jesús se sintió solo en Getsemaní. Pablo también experimentó la soledad cuando estuvo preso y escribió a su amado amigo Timoteo: “Procura venir pronto a verme…” (2 Timoteo 4:9-11).<br /><br /></span><span style="font-size: 12.16px;">La Biblia no trata específicamente el tema de la soledad, pero en repetidas ocasiones se percibe el énfasis que hace en cuanto a la necesidad del hombre de tener comunión con Dios y con otros. Nos insta a amarnos, ayudarnos y animarnos unos a otros. Una creciente relación con Dios y con los que nos rodean es una buena base para empezar a solucionar el problema de la soledad en nuestra vida.<br /><br /></span><span style="font-size: 12.16px;"><strong>Enfrentando la soledad:</strong> He aquí algunos consejos prácticos para enfrentar la soledad.</span></p> <ol> <li><strong>Tome la iniciativa.</strong> Usted tiene que tomar el primer paso para salir de este estado emocional. Si no lo hace, se quedara en su condición de soledad. Tiene que enfrentar la realidad y tomar la responsabilidad por su condición. Si niega la responsabilidad y culpa a otras personas, circunstancias o ambiente, la perspectiva de alivio será mínima. Deje de echar la culpa y confronte su problema. Existe la esperanza de resolver este problema cuando personalmente acepta esto, y también reconoce que nadie más que usted es responsable de crear las condiciones para el cambio.<br /><br /></li> <li><strong>Limpie su vida.</strong> La soledad no siempre tiene origen espiritual, pero factores espirituales pueden acentuar el problema. Debido a que esto es común debemos permitir que el Espíritu Santo haga una limpieza profunda en nuestras vidas. Examinar a diario nuestro corazón para no guardar nada, que con el tiempo nos perjudique. Los propósitos de Dios sólo son buenos para con sus hijos. Debemos ser justos delante de Dios antes de ser justos con nosotros mismos y con otros. Confiese a Dios lo que hay en su corazón, Él en su amor y misericordia lo perdonará.<br /><br /></li> <li><strong>Aprópiese del perdón de Dios.</strong> Un regalo no llega a ser nuestro hasta que nos apropiamos de él. Dios gratuitamente nos ofrece el perdón de todos nuestros pecados, el hecho de aceptar su perdón es muy importante en la restauración de su vida emocional. Dios nos perdona cuando confesamos nuestros pecados, de la misma manera nosotros debemos perdonarnos a nosotros mismos (Heb. 8:12).<br /><br /></li> <li><strong>Ábrase a Dios y a otras personas.</strong> Saque de su vida toda la carga pesada que lleva y póngala en las manos de Aquel que puede cargarlas: Dios. Sea abierto y honesto con Dios. Dígale a él exactamente cómo se siente, (Sal 103:14). Busque personas cristianas maduras en quienes usted pueda confiar. Comparta sus cargas, sentimientos y fracasos y sus alegrías. Una carga compartida siempre es más liviana.<br /><br /></li> <li><strong>La aceptación de las circunstancia traerá paz a su vida.</strong> No puede cambiar las circunstancias, porque están más allá de su control, usted es responsable sólo por las cosas que están bajo su control. Pero lo que si puede y debe hacer es cambiar sus actitudes internas hacia las circunstancias. De acuerdo con sus acciones presentes, puede modificar el futuro (Ro. 8:28). Una vez que acepte esa circunstancia como la voluntad de Dios, podrá experimentar la victoria y paz del Señor.<br /><br /></li> <li><strong>Cultive buenas amistades.</strong> Una buena amistad estable, es uno de los regalos más preciados que la vida pude ofrecer. Los amigos son una de las barreras más efectivas contra la soledad.<br /><br /></li> <li><strong>Evite la tendencia a despreciarse a sí mismo.</strong> Esto puede ser la causa y el resultado de su soledad. Es más vulnerable a sentirse sola la persona que tiene un concepto muy bajo de sí mismo. La Biblia nos enseña a valorarnos. Debemos cuidarnos de no devaluar lo que Dios ha valorado tanto al grado de sacrificar a su Hijo por usted. Usted vale mucho para Dios.</li> </ol> <p><span style="font-size: 12.16px;">La soledad puede ser pasajera si usted reconoce que Dios siempre está a su lado para ayudarlo y que Él puede restaurar su vida emocional para cultivar buenas relaciones con otras personas. Nuestra oración es por usted, para que logre experimentar el amor de Dios que nos hace sentir seguros y Su maravillosa paz que nos permite gozar de plena felicidad.<br /><br /></span><em><span style="font-size: 12.16px;">"Por nada estéis afanosos; antes bien, en todo, mediante oración y súplica con acción de gracias, sean dadas a conocer vuestras peticiones delante de Dios. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestras mentes en Cristo Jesús". Filipenses 4:6-7<br /><br /></span></em></p> <p><em>Carlos A. López<br /><a href="http://www.visionparavivir.org/ministerio/articulos/enfrentando-soledad" target="_blank" style="font-size: 12.16px;">Visión para Vivir</a></em></p> <p><em><br /><br /></em></p> <p><br /><br /></p> <p>La soledad ha sido denominada como el problema emocional más común del mundo. Se supone que es una de las principales razones de sufrimiento humano. Además de esto, es una condición permanente de millares de personas. La soledad es una experiencia que nos golpea en algún momento de nuestras vidas; es un dolor interno, un vacio, un sentimiento de insatisfacción. Este estado emocional puede desaparecer en pocos minutos o durar toda nuestra vida. Sentir soledad no es pecaminoso, por lo que no hay necesidad de agregar un sentimiento más de culpa al problema. Nuestro Señor no tuvo pecado, sin embargo también se sintió solo. La realidad es que si esta emoción no es confrontada en forma realista y adecuada, entonces pueden desarrollarse actitudes dañinas, las cuales ocultaran el gozo en su vida.<br /><br /><strong>Características de la soledad:</strong><br />La Soledad es como una dolorosa advertencia  de que no tenemos un contacto cercano y significativo con otros. Aún cuando estamos rodeados de otras personas, podemos sentirnos rechazados o mal entendidos. Frecuentemente, se dan sentimientos de tristeza, desánimo, desasosiego, y ansiedad, acompañado de un gran vacío. La soledad la puede sentir un hombre ocupado, rodeado de su familia, como un hombre viudo, una madre soltera, etc.<br /><br />Sin embargo, hay experiencias que pueden conducirnos directamente a la soledad: la muerte de un familiar cercano, un divorcio, el rompimiento de un compromiso matrimonial, el tener que ir a vivir fuera del país dejando a toda la familia. Y también suele ocurrir como resultado del alejamiento de la persona con Dios.<br /><br />Existe un intenso deseo de salir de este caparazón de la soledad, pero a menudo  la persona solitaria se siente frustrada e incapaz de iniciar, continuar o experimentar una relación estrecha con alguien. Algunas veces, hay un sentimiento de desesperanza y un fuerte deseo de tener cualquier clase de relación con alguien, para ver si así se termina con ese terrible dolor de su soledad involuntaria.  La soledad es dolorosa, no placentera, y parece que reseca la vida.<br /><span style="font-size: 12.16px;"><br /><strong>Hay distintos tipos de soledad:<br /></strong></span><span style="font-size: 12.16px;">Soledad transitoria o situacional. Esta puede durar desde un minuto hasta unos pocos meses. Puede darse por cambio de trabajo, universidad, mudanza, etc.<br /><br /></span><span style="font-size: 12.16px;">Soledad crónica o persistente. Esta proviene de la timidez de la persona, de una baja autoestima, de una auto-condenación, de una conducta social poco sensible de manera que los demás se alejan de dicha persona.<br /><br /></span><span style="font-size: 12.16px;">Muchos de nosotros hemos sentido la experiencia de sentirnos solos aún en medio de las personas. En otras ocasiones podemos estar solos, pero no sentir ningún sentimiento de soledad. Debido a esto, podemos decir que la soledad es un sentimiento interno que no depende necesariamente de que otras personas estén presentes o no. Esto hace que la solución sea un poco más difícil y personal.<br /><br /></span><strong><span style="font-size: 12.16px;">La soledad y la Biblia:<br /></span></strong><span style="font-size: 12.16px;">La Biblia menciona a otros personajes que sintieron soledad como Moisés, Job, Nehemías, Elías, Jeremías y David. En Salmos 25:16, David expresa su soledad a Dios diciendo: “Mírame y ten misericordia de mi porque estoy solo y afligido”. Jesús se sintió solo en Getsemaní. Pablo también experimentó la soledad cuando estuvo preso y escribió a su amado amigo Timoteo: “Procura venir pronto a verme…” (2 Timoteo 4:9-11).<br /><br /></span><span style="font-size: 12.16px;">La Biblia no trata específicamente el tema de la soledad, pero en repetidas ocasiones se percibe el énfasis que hace en cuanto a la necesidad del hombre de tener comunión con Dios y con otros. Nos insta a amarnos, ayudarnos y animarnos unos a otros. Una creciente relación con Dios y con los que nos rodean es una buena base para empezar a solucionar el problema de la soledad en nuestra vida.<br /><br /></span><span style="font-size: 12.16px;"><strong>Enfrentando la soledad:</strong> He aquí algunos consejos prácticos para enfrentar la soledad.</span></p> <ol> <li><strong>Tome la iniciativa.</strong> Usted tiene que tomar el primer paso para salir de este estado emocional. Si no lo hace, se quedara en su condición de soledad. Tiene que enfrentar la realidad y tomar la responsabilidad por su condición. Si niega la responsabilidad y culpa a otras personas, circunstancias o ambiente, la perspectiva de alivio será mínima. Deje de echar la culpa y confronte su problema. Existe la esperanza de resolver este problema cuando personalmente acepta esto, y también reconoce que nadie más que usted es responsable de crear las condiciones para el cambio.<br /><br /></li> <li><strong>Limpie su vida.</strong> La soledad no siempre tiene origen espiritual, pero factores espirituales pueden acentuar el problema. Debido a que esto es común debemos permitir que el Espíritu Santo haga una limpieza profunda en nuestras vidas. Examinar a diario nuestro corazón para no guardar nada, que con el tiempo nos perjudique. Los propósitos de Dios sólo son buenos para con sus hijos. Debemos ser justos delante de Dios antes de ser justos con nosotros mismos y con otros. Confiese a Dios lo que hay en su corazón, Él en su amor y misericordia lo perdonará.<br /><br /></li> <li><strong>Aprópiese del perdón de Dios.</strong> Un regalo no llega a ser nuestro hasta que nos apropiamos de él. Dios gratuitamente nos ofrece el perdón de todos nuestros pecados, el hecho de aceptar su perdón es muy importante en la restauración de su vida emocional. Dios nos perdona cuando confesamos nuestros pecados, de la misma manera nosotros debemos perdonarnos a nosotros mismos (Heb. 8:12).<br /><br /></li> <li><strong>Ábrase a Dios y a otras personas.</strong> Saque de su vida toda la carga pesada que lleva y póngala en las manos de Aquel que puede cargarlas: Dios. Sea abierto y honesto con Dios. Dígale a él exactamente cómo se siente, (Sal 103:14). Busque personas cristianas maduras en quienes usted pueda confiar. Comparta sus cargas, sentimientos y fracasos y sus alegrías. Una carga compartida siempre es más liviana.<br /><br /></li> <li><strong>La aceptación de las circunstancia traerá paz a su vida.</strong> No puede cambiar las circunstancias, porque están más allá de su control, usted es responsable sólo por las cosas que están bajo su control. Pero lo que si puede y debe hacer es cambiar sus actitudes internas hacia las circunstancias. De acuerdo con sus acciones presentes, puede modificar el futuro (Ro. 8:28). Una vez que acepte esa circunstancia como la voluntad de Dios, podrá experimentar la victoria y paz del Señor.<br /><br /></li> <li><strong>Cultive buenas amistades.</strong> Una buena amistad estable, es uno de los regalos más preciados que la vida pude ofrecer. Los amigos son una de las barreras más efectivas contra la soledad.<br /><br /></li> <li><strong>Evite la tendencia a despreciarse a sí mismo.</strong> Esto puede ser la causa y el resultado de su soledad. Es más vulnerable a sentirse sola la persona que tiene un concepto muy bajo de sí mismo. La Biblia nos enseña a valorarnos. Debemos cuidarnos de no devaluar lo que Dios ha valorado tanto al grado de sacrificar a su Hijo por usted. Usted vale mucho para Dios.</li> </ol> <p><span style="font-size: 12.16px;">La soledad puede ser pasajera si usted reconoce que Dios siempre está a su lado para ayudarlo y que Él puede restaurar su vida emocional para cultivar buenas relaciones con otras personas. Nuestra oración es por usted, para que logre experimentar el amor de Dios que nos hace sentir seguros y Su maravillosa paz que nos permite gozar de plena felicidad.<br /><br /></span><em><span style="font-size: 12.16px;">"Por nada estéis afanosos; antes bien, en todo, mediante oración y súplica con acción de gracias, sean dadas a conocer vuestras peticiones delante de Dios. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestras mentes en Cristo Jesús". Filipenses 4:6-7<br /><br /></span></em></p> <p><em>Carlos A. López<br /><a href="http://www.visionparavivir.org/ministerio/articulos/enfrentando-soledad" target="_blank" style="font-size: 12.16px;">Visión para Vivir</a></em></p> <p><em><br /><br /></em></p> <p><br /><br /></p> ¿Por qué mentimos y por qué las creemos? 2017-08-22T11:50:07-03:00 2017-08-22T11:50:07-03:00 http://www.radioarmonia.cl/inicio/index.php/component/content/article?id=673:por-que-mentimos-y-por-que-las-creemos Super User <p>¡Las mentiras destruyeron mi matrimonio! Como muchas mujeres, Victoria cree que ella podría haber perdonado una mentira inocente o aun una aventura amorosa. Para cuando descubrió el largo comportamiento engañoso que su esposo había utilizado para que ella no supiera la verdad sobre su estilo de vida, el daño ya estaba hecho.<br /><br />Si usted ha sido engañado por alguien en quien confiaba, sabe bien que las mentiras pueden socavar la credibilidad, puede desintegrar relaciones y corroer la confianza. Las mentiras nos quitan la inocencia, nos humillan y nos deshonran. Nos preguntamos si la persona que nos mintió alguna vez nos ha dicho la verdad.<br /><br />De modo que, ¿por qué decimos mentiras y por qué las creemos? ¿Es posible tener más discernimiento para saber en quién confiar y cuánto confiar, sin sospechar demasiado de la gente?<br /><br /><strong>Todos mienten, ¿o no?</strong><br />«El aspecto central de la mentira es que queremos ser como Dios, con el simple habla creó el universo», dice un estudioso. «De manera que al hablar creamos el mundo que queremos ver».<br /><br />Los estudios muestran que algunas personas mienten tan a menudo como comen, tres o cuatro mentirillas por día. Sea que las llamemos mentiras piadosas, declaraciones falsas, reservas mentales o evasivas, exageraciones o hipérboles, cuando lo que decimos no es la verdad, es una mentira. La palabra griega para hablar de verdad es aletheia, que significa no escondido. Mentir es esconder la verdad. Mentimos porque sinceramente creemos que es lo mejor que podemos hacer para nuestro beneficio en ese momento.<br /><br />Las mentiras son parte de la vida. Satanás, el padre de mentiras (Juan 8:44) en el Edén plantó las semillas del engaño. Diciendo una mentira escondida en una verdad, confundió a Eva sobre la única restricción que había puesto Dios para la vida en el Edén (Génesis 3:2-5). Seducida por el deseo de ser tan sabia como Dios, Eva actuó de acuerdo a lo que sabía no era cierto.<br /><br />Abraham le dijo una media verdad al rey Abimelec, afirmando que Sara, su esposa, era en realidad su hermana (Génesis 20:2). David ocultó su aventura amorosa con Betsabé y mató al esposo de la mujer (2 Samuel 11). Pedro negó que conocía a Jesús (Juan 18:25-26). Ananías mintió sobre la cantidad de dinero que había recibido por la venta de su propiedad (Hechos 5:1-11).<br /><br />Vivimos en un mundo de engaños. Las mentiras tienen influencia en la historia y persuaden a la gente. Algunos son campeones en cuanto a decirnos lo que queremos oír y lo que ellos quieren que creamos.<br /><br />Por ejemplo, en 1906 el Dr. Frederick A. Cook se hizo famoso al escalar el Monte McKinley, el pico más alto en América del Norte y tomar una fotografía en la cima. El descubrimiento de una fotografía original y sin recortes entre las pertenencias de Cook, muestra que Cook en realidad estaba en una falsa cumbre 5000 metros más abajo. Eso prueba definitivamente, por medio de la cámara de Cook, que él estaba mintiendo.<br /><br />La mentira está cobrando aceptación como una filosofía de vida. De acuerdo a Michael Josephson, presidente del Josephson Institute of Ethics, estamos mintiendo más. Él explica que la falta de sinceridad es un agujero cada vez más grande en nuestro ozono moral. Esta filosofía de vida la están recibiendo nuestros hijos. Como resultado, ellos también mienten más.<br /><br />Un estudio reciente muestra que el numero de estudiantes de la secundaria que mienten a sus padres aumentó a 92% en 1998, de haber sido 85% en 1986. Josephson advierte que aún no hemos sentido el impacto de lo que estudio enseña. Pronto esta generación pasará a ocupar cargos de liderazgo, empezará la actividad laboral, entrará al mundo político y al sistema educacional, y se convertirán en madres y padres.<br /><br />Van a ser policías, auditores bancarios, legisladores y mecánicos, dice. Si llevan al lugar de trabajo las mismas actitudes que se revelaron en el estudio, imagínense el estrago.<br /><br /><strong>Por qué mentimos</strong><br />La mentira es uno de los pecados que parece más serio cuando es otro el que miente. A nadie le agrada admitir que mintió. Sea que nos abstengamos de decir la verdad o que digamos una media verdad, a veces mentimos. Nuestras razones incluyen lo siguiente:<br /><br />- Mentimos para preservar nuestro sentido de dignidad. Queremos parecer mejores de lo que somos porque queremos agradar a los demás. Exageramos las circunstancias para inflar nuestros egos o para esconder nuestra vergüenza, temor y desilusiones. Tal vez sea demasiado vergonzoso o doloroso confrontar la verdad sobre otros o sobre nosotros mismos.<br /><br />- Mentimos para evitar que nos descubran. Al decir medias verdades intentamos que nuestro cónyuge o nuestros padres no descubran una vida secreta, una aventura amorosa, gastos excesivos o drogadicción.<br /><br />- Mentimos para obtener un beneficio financiero. Millares de personas pierden dinero como consecuencia de fraudes. Se manipulan las matemáticas al hacer el cálculo de impuestos a las ganancias. Compañías de seguros reciben falsas denuncias de siniestros. Se aumentan las ventas posicionando productos de la manera más favorable posible, a menudo prometiendo más de lo que pueden ofrecer. Los comercios exclusivos nos persuaden diciendo que tal o cual compra es exactamente lo que necesitamos. Las empresas de cigarrillos soplan humo en nuestros ojos, creando la ilusión de que esos héroes tan buen mozos que visten jeans ajustados y un sombrero chic son lo mejor, y que los cigarrillos no producen adicción.<br /><br />Un alto ejecutivo de una compañía electrónica en California, en forma regular recibe cartas fraudulentas por correo. «Nigerianos que se presentan como contratistas independientes nos piden papel con membrete y un cheque en blanco pues quieren usar la cuenta bancaria de nuestra firma para encauzar dinero, dice. Le hablan a nuestra codicia porque alegan que nos hará ganar mucho dinero. Además, uno quiere ayudar porque ellos alegan que su gobierno no permitirá que salgan los fondos a menos que una compañía de los Estados Unidos actúe como intermediaria».<br /><br /><strong>Por qué creemos las mentiras</strong><br />Si estuviéramos dentro de un campamento de prisioneros enemigo, sabríamos que la mayoría de lo que oímos o vimos en el mejor de los casos era propaganda, y en el peor de los casos era una mentira. Pero en un mundo de engaño, donde la gente da vuelta palabras para su propia ventaja, rara vez cuestionamos la veracidad o investigamos fuentes de información. Cuando estamos delante de alguien que conocemos, y de quien sospechamos está mintiendo, a menudo nos quedamos sin habla. ¿Por qué?<br /><br />La credulidad extrema y la vulnerabilidad personal asustan. No podemos creer que seamos capaces de ser inducidos a creer algo que no es cierto o que confiamos en una persona que no merecía nuestra confianza. No queremos admitir que nos pueden manipular.<br /><br />Nos resulta vergonzoso y doloroso confrontar nuestro potencial para la exageración y/o la maldad. La verdad revela nuestros propios secretos: mentiras que hemos dicho, las cosas que hemos hecho y las personas a quienes hemos herido. Para contemplar nuestro lado oscuro necesitamos una sinceridad despiadada, y más aún para admitirlo. La verdad que libera también lastima.<br /><br />Negar lo que ocurre parece más fácil. Nos agrada la otra persona y queremos creer lo que está diciendo. Queremos volver a nuestro trabajo, a nuestra familia, a nuestra vida. Nos tapamos con la frazada de la negación, y nos auto convencemos de que la persona mentirosa está haciendo lo suyo para solucionar su problema y que nosotros estamos obedeciendo el mandato bíblico al amar y confiar una vez más.<br /><br />Nos han enseñado a confiar. Enseñamos a nuestros hijos que es importante confiar. La confianza es el mejor regalo que un cónyuge le puede hacer al otro. En realidad, la confianza es algo crítico en toda relación, sea entre amigos, empleado / empleador, el presidente de un país y su pueblo, padre / hijo, marido / mujer. Cuando alguien no dice la verdad y lo descubrimos, la relación se desintegra.<br /><br /><strong>Las mentiras corroen la confianza</strong><br />Los mentirosos cuentan con nuestra confianza. En primer lugar, triunfan al seducir nuestra confianza y luego al violar esa confianza. Después, asumen control penetrando en nuestra realidad y nos imponen la realidad de ellos. Nos dicen que lo que vemos, creemos, oímos y sentimos es falso. Y porque queremos creer, dejamos en suspenso nuestra incredulidad y creemos, una vez más.<br /><br />Las mentiras nos apartan de nuestra búsqueda de la verdad y desintegran nuestra integridad. El engaño es como una violación física pero invisible. En vez de ser un ataque físico, las mentiras atacan la mente y hacen impacto en el espíritu. En vez de perder la virginidad, uno pierde la inocencia. Uno ya nunca vuelve a ver al mentiroso como solía verlo. Si el mentiroso es alguien ante quien hemos desnudado nuestro cuerpo o nuestra alma, por ejemplo una relación marital, el dolor nos llega a inmovilizar. Uno comienza a dudar de uno mismo y comienza a cuestionarse en cuanto a los conceptos aprendidos sobre amar y confiar.<br /><br /><strong>Volviendo a confiar</strong><br />«Una mentira exitosa es una mentira doble; un error que debe corregirse es una carga más pesada que la verdad» dijo Dag Hammarskjold, ex secretario general de las Naciones Unidas. La sanidad de heridas mentales y espirituales no sucede de la noche a la mañana. Volver a tener confianza es algo que cuesta. El mentiroso debe asumir responsabilidad y debe darse cuenta de que tiene ganarse la confianza. Y nosotros debemos hacer lo que muchos mentirosos no pueden hacer:<br /><br />- Volver a la totalidad del ser a la luz de la verdad. Admitamos nuestro pecado. Si hemos sido deshonestos, disculparnos no es suficiente. Debemos dar la vuelta y caminar en dirección opuesta (Proverbios 4:24-27). Luego, hay que aceptar la gracia de Dios y lo que el dice sobre nosotros (Salmos 139). Perdonar a otros no significa justificar su comportamiento. Significa que renunciamos a nuestro derecho a vengarnos. Dios siempre nos llama —a nosotros y a quien nos lastimó— a que volvamos a Él (Jeremías 3:22).<br /><br />- Restaurar nuestra propia integridad. Dejemos de recriminarnos porque confiamos en un mentiroso. La honestidad, el amor y la confianza son los mejores regalos que le podemos dar a otra persona. Estas cualidades del carácter nos hacen lo que somos en nuestro interior. Son cualidades que siguen el modelo de lo que le agrada a Dios (Colosenses 3:1-7). A medida que vivimos de acuerdo a los principios que sabemos que son verdad, recordemos: en territorio donde hay lobos, las palomas inocentes necesitan la astucia de serpientes (Mateo 10:16).<br /><br />- Aprender de experiencias pasadas con el engaño. No todas las historias que escuchamos suenan como historias ciertas. No todas las personas leen el mismo libro de reglas y principios ni siguen la guía de nuestros principios éticos, morales y espirituales. <br /><br />- Observemos los pasos de la gente, hacia donde se dirigen y no sólo lo que dicen. Notemos el mensaje detrás de las palabras. Seamos conscientes de las respuestas típicas de la gente cuando se la confronta con mentiras que han dicho. Pidamos al Espíritu Santo que nos guíe a toda verdad (Juan 14:15 17).<br /><br />No podemos escapar de la realidad de que vivimos en un mundo de engaño. No podemos hacer que otros dejen de mentir. Pero si podemos convertirnos en personas que buscan la verdad y tienen discernimiento en cuanto en quién confiar y cuánto confiar. Podemos comenzar reconociendo cómo algunos distorsionan nuestra realidad y nos apartan de nuestra búsqueda de la verdad. Más importante aún, podemos comenzar nosotros mismos a hablar la verdad.<br /><br /><strong>DIFERENTES TIPOS DE MENTIRAS</strong><br />Las mentiras vienen en muchas formas, desde las falsedades intencionales hasta las mentiras piadosas que muchos sienten causan muy poco daño. Las mentiras pueden ser:<br /><br /><strong>Mentiras piadosas</strong><br />Admitámoslo. Cuando suena el teléfono en casa o en el trabajo, quien no ha susurrado: «Diles que no estoy». Le escribimos a la tía Sara diciendo que nos gustó mucho el regalo de cumpleaños porque no queremos herir sus sentimientos, pero luego devolvemos el regalo al negocio donde lo compró. Disfrazamos nuestros sentimientos diciendo: «Estoy bien», cuando en realidad nos sentimos muy mal. Cuando minimizamos nuestro peso o exageramos la asistencia en la iglesia, estamos haciendo que la línea entre la verdad y una mentira sea muy borrosa. Decimos que estas mentiras son inocuas y las llamamos mentiras piadosas.<br /><br /><strong>Mentiras más serias</strong><br />El peligro de mentir es que cuanto más un mentiroso se sale con la suya, tanto más y mejor miente. Cuando distrae nuestra atención de la cuestión principal y dice: «Estás haciendo de una pulga un elefante. Olvidémonos de lo que paso», en realidad aprende a dejar de lado su propia responsabilidad. Nos hemos apartado de la cuestión central y nos preguntamos si somos nosotros los que tenemos problemas. El mentiroso ha evadido la cuestión. La mentira inocua crece y se convierte en otra mentira más nociva. Con el tiempo, mentir se vuelve un estilo de vida.<br /><br /><strong>Mentiras patológicas</strong><br />Los mentirosos habituales y compulsivos disfrutan la idea de que otros se unan a su juego. Ensimismados en la idea de ganar a cualquier precio, se vuelven adictos a su propio engaño. Estos mentirosos son encantadores y convincentes y usan toda su habilidad para agradar a los demás y para que los demás confíen en ellos. Pero que alguien nos agrade no equivale a que confiemos en esa persona y no podemos pasar por alto el hecho de que los mentirosos son confabuladores y no sienten remordimientos por lo que han hecho, ni se conduelen porque nos han herido. Los expertos dicen que estos mentirosos son los de la peor mentira: mentirse a sí mismos y distorsionar su propia realidad. Algunos mentirosos patológicos confiesan: «Las peores mentiras son las que me digo a mí mismo».<br /><br /><br /><em>Karina West </em><br /><em>Escritora y conferencista </em><br /><a href="http://luispalau.net/v2/articulos-disciplinas.aspx" target="_blank"><em>LuisPalau.Net</em></a></p> <p><em><br /><br /></em></p> <p>¡Las mentiras destruyeron mi matrimonio! Como muchas mujeres, Victoria cree que ella podría haber perdonado una mentira inocente o aun una aventura amorosa. Para cuando descubrió el largo comportamiento engañoso que su esposo había utilizado para que ella no supiera la verdad sobre su estilo de vida, el daño ya estaba hecho.<br /><br />Si usted ha sido engañado por alguien en quien confiaba, sabe bien que las mentiras pueden socavar la credibilidad, puede desintegrar relaciones y corroer la confianza. Las mentiras nos quitan la inocencia, nos humillan y nos deshonran. Nos preguntamos si la persona que nos mintió alguna vez nos ha dicho la verdad.<br /><br />De modo que, ¿por qué decimos mentiras y por qué las creemos? ¿Es posible tener más discernimiento para saber en quién confiar y cuánto confiar, sin sospechar demasiado de la gente?<br /><br /><strong>Todos mienten, ¿o no?</strong><br />«El aspecto central de la mentira es que queremos ser como Dios, con el simple habla creó el universo», dice un estudioso. «De manera que al hablar creamos el mundo que queremos ver».<br /><br />Los estudios muestran que algunas personas mienten tan a menudo como comen, tres o cuatro mentirillas por día. Sea que las llamemos mentiras piadosas, declaraciones falsas, reservas mentales o evasivas, exageraciones o hipérboles, cuando lo que decimos no es la verdad, es una mentira. La palabra griega para hablar de verdad es aletheia, que significa no escondido. Mentir es esconder la verdad. Mentimos porque sinceramente creemos que es lo mejor que podemos hacer para nuestro beneficio en ese momento.<br /><br />Las mentiras son parte de la vida. Satanás, el padre de mentiras (Juan 8:44) en el Edén plantó las semillas del engaño. Diciendo una mentira escondida en una verdad, confundió a Eva sobre la única restricción que había puesto Dios para la vida en el Edén (Génesis 3:2-5). Seducida por el deseo de ser tan sabia como Dios, Eva actuó de acuerdo a lo que sabía no era cierto.<br /><br />Abraham le dijo una media verdad al rey Abimelec, afirmando que Sara, su esposa, era en realidad su hermana (Génesis 20:2). David ocultó su aventura amorosa con Betsabé y mató al esposo de la mujer (2 Samuel 11). Pedro negó que conocía a Jesús (Juan 18:25-26). Ananías mintió sobre la cantidad de dinero que había recibido por la venta de su propiedad (Hechos 5:1-11).<br /><br />Vivimos en un mundo de engaños. Las mentiras tienen influencia en la historia y persuaden a la gente. Algunos son campeones en cuanto a decirnos lo que queremos oír y lo que ellos quieren que creamos.<br /><br />Por ejemplo, en 1906 el Dr. Frederick A. Cook se hizo famoso al escalar el Monte McKinley, el pico más alto en América del Norte y tomar una fotografía en la cima. El descubrimiento de una fotografía original y sin recortes entre las pertenencias de Cook, muestra que Cook en realidad estaba en una falsa cumbre 5000 metros más abajo. Eso prueba definitivamente, por medio de la cámara de Cook, que él estaba mintiendo.<br /><br />La mentira está cobrando aceptación como una filosofía de vida. De acuerdo a Michael Josephson, presidente del Josephson Institute of Ethics, estamos mintiendo más. Él explica que la falta de sinceridad es un agujero cada vez más grande en nuestro ozono moral. Esta filosofía de vida la están recibiendo nuestros hijos. Como resultado, ellos también mienten más.<br /><br />Un estudio reciente muestra que el numero de estudiantes de la secundaria que mienten a sus padres aumentó a 92% en 1998, de haber sido 85% en 1986. Josephson advierte que aún no hemos sentido el impacto de lo que estudio enseña. Pronto esta generación pasará a ocupar cargos de liderazgo, empezará la actividad laboral, entrará al mundo político y al sistema educacional, y se convertirán en madres y padres.<br /><br />Van a ser policías, auditores bancarios, legisladores y mecánicos, dice. Si llevan al lugar de trabajo las mismas actitudes que se revelaron en el estudio, imagínense el estrago.<br /><br /><strong>Por qué mentimos</strong><br />La mentira es uno de los pecados que parece más serio cuando es otro el que miente. A nadie le agrada admitir que mintió. Sea que nos abstengamos de decir la verdad o que digamos una media verdad, a veces mentimos. Nuestras razones incluyen lo siguiente:<br /><br />- Mentimos para preservar nuestro sentido de dignidad. Queremos parecer mejores de lo que somos porque queremos agradar a los demás. Exageramos las circunstancias para inflar nuestros egos o para esconder nuestra vergüenza, temor y desilusiones. Tal vez sea demasiado vergonzoso o doloroso confrontar la verdad sobre otros o sobre nosotros mismos.<br /><br />- Mentimos para evitar que nos descubran. Al decir medias verdades intentamos que nuestro cónyuge o nuestros padres no descubran una vida secreta, una aventura amorosa, gastos excesivos o drogadicción.<br /><br />- Mentimos para obtener un beneficio financiero. Millares de personas pierden dinero como consecuencia de fraudes. Se manipulan las matemáticas al hacer el cálculo de impuestos a las ganancias. Compañías de seguros reciben falsas denuncias de siniestros. Se aumentan las ventas posicionando productos de la manera más favorable posible, a menudo prometiendo más de lo que pueden ofrecer. Los comercios exclusivos nos persuaden diciendo que tal o cual compra es exactamente lo que necesitamos. Las empresas de cigarrillos soplan humo en nuestros ojos, creando la ilusión de que esos héroes tan buen mozos que visten jeans ajustados y un sombrero chic son lo mejor, y que los cigarrillos no producen adicción.<br /><br />Un alto ejecutivo de una compañía electrónica en California, en forma regular recibe cartas fraudulentas por correo. «Nigerianos que se presentan como contratistas independientes nos piden papel con membrete y un cheque en blanco pues quieren usar la cuenta bancaria de nuestra firma para encauzar dinero, dice. Le hablan a nuestra codicia porque alegan que nos hará ganar mucho dinero. Además, uno quiere ayudar porque ellos alegan que su gobierno no permitirá que salgan los fondos a menos que una compañía de los Estados Unidos actúe como intermediaria».<br /><br /><strong>Por qué creemos las mentiras</strong><br />Si estuviéramos dentro de un campamento de prisioneros enemigo, sabríamos que la mayoría de lo que oímos o vimos en el mejor de los casos era propaganda, y en el peor de los casos era una mentira. Pero en un mundo de engaño, donde la gente da vuelta palabras para su propia ventaja, rara vez cuestionamos la veracidad o investigamos fuentes de información. Cuando estamos delante de alguien que conocemos, y de quien sospechamos está mintiendo, a menudo nos quedamos sin habla. ¿Por qué?<br /><br />La credulidad extrema y la vulnerabilidad personal asustan. No podemos creer que seamos capaces de ser inducidos a creer algo que no es cierto o que confiamos en una persona que no merecía nuestra confianza. No queremos admitir que nos pueden manipular.<br /><br />Nos resulta vergonzoso y doloroso confrontar nuestro potencial para la exageración y/o la maldad. La verdad revela nuestros propios secretos: mentiras que hemos dicho, las cosas que hemos hecho y las personas a quienes hemos herido. Para contemplar nuestro lado oscuro necesitamos una sinceridad despiadada, y más aún para admitirlo. La verdad que libera también lastima.<br /><br />Negar lo que ocurre parece más fácil. Nos agrada la otra persona y queremos creer lo que está diciendo. Queremos volver a nuestro trabajo, a nuestra familia, a nuestra vida. Nos tapamos con la frazada de la negación, y nos auto convencemos de que la persona mentirosa está haciendo lo suyo para solucionar su problema y que nosotros estamos obedeciendo el mandato bíblico al amar y confiar una vez más.<br /><br />Nos han enseñado a confiar. Enseñamos a nuestros hijos que es importante confiar. La confianza es el mejor regalo que un cónyuge le puede hacer al otro. En realidad, la confianza es algo crítico en toda relación, sea entre amigos, empleado / empleador, el presidente de un país y su pueblo, padre / hijo, marido / mujer. Cuando alguien no dice la verdad y lo descubrimos, la relación se desintegra.<br /><br /><strong>Las mentiras corroen la confianza</strong><br />Los mentirosos cuentan con nuestra confianza. En primer lugar, triunfan al seducir nuestra confianza y luego al violar esa confianza. Después, asumen control penetrando en nuestra realidad y nos imponen la realidad de ellos. Nos dicen que lo que vemos, creemos, oímos y sentimos es falso. Y porque queremos creer, dejamos en suspenso nuestra incredulidad y creemos, una vez más.<br /><br />Las mentiras nos apartan de nuestra búsqueda de la verdad y desintegran nuestra integridad. El engaño es como una violación física pero invisible. En vez de ser un ataque físico, las mentiras atacan la mente y hacen impacto en el espíritu. En vez de perder la virginidad, uno pierde la inocencia. Uno ya nunca vuelve a ver al mentiroso como solía verlo. Si el mentiroso es alguien ante quien hemos desnudado nuestro cuerpo o nuestra alma, por ejemplo una relación marital, el dolor nos llega a inmovilizar. Uno comienza a dudar de uno mismo y comienza a cuestionarse en cuanto a los conceptos aprendidos sobre amar y confiar.<br /><br /><strong>Volviendo a confiar</strong><br />«Una mentira exitosa es una mentira doble; un error que debe corregirse es una carga más pesada que la verdad» dijo Dag Hammarskjold, ex secretario general de las Naciones Unidas. La sanidad de heridas mentales y espirituales no sucede de la noche a la mañana. Volver a tener confianza es algo que cuesta. El mentiroso debe asumir responsabilidad y debe darse cuenta de que tiene ganarse la confianza. Y nosotros debemos hacer lo que muchos mentirosos no pueden hacer:<br /><br />- Volver a la totalidad del ser a la luz de la verdad. Admitamos nuestro pecado. Si hemos sido deshonestos, disculparnos no es suficiente. Debemos dar la vuelta y caminar en dirección opuesta (Proverbios 4:24-27). Luego, hay que aceptar la gracia de Dios y lo que el dice sobre nosotros (Salmos 139). Perdonar a otros no significa justificar su comportamiento. Significa que renunciamos a nuestro derecho a vengarnos. Dios siempre nos llama —a nosotros y a quien nos lastimó— a que volvamos a Él (Jeremías 3:22).<br /><br />- Restaurar nuestra propia integridad. Dejemos de recriminarnos porque confiamos en un mentiroso. La honestidad, el amor y la confianza son los mejores regalos que le podemos dar a otra persona. Estas cualidades del carácter nos hacen lo que somos en nuestro interior. Son cualidades que siguen el modelo de lo que le agrada a Dios (Colosenses 3:1-7). A medida que vivimos de acuerdo a los principios que sabemos que son verdad, recordemos: en territorio donde hay lobos, las palomas inocentes necesitan la astucia de serpientes (Mateo 10:16).<br /><br />- Aprender de experiencias pasadas con el engaño. No todas las historias que escuchamos suenan como historias ciertas. No todas las personas leen el mismo libro de reglas y principios ni siguen la guía de nuestros principios éticos, morales y espirituales. <br /><br />- Observemos los pasos de la gente, hacia donde se dirigen y no sólo lo que dicen. Notemos el mensaje detrás de las palabras. Seamos conscientes de las respuestas típicas de la gente cuando se la confronta con mentiras que han dicho. Pidamos al Espíritu Santo que nos guíe a toda verdad (Juan 14:15 17).<br /><br />No podemos escapar de la realidad de que vivimos en un mundo de engaño. No podemos hacer que otros dejen de mentir. Pero si podemos convertirnos en personas que buscan la verdad y tienen discernimiento en cuanto en quién confiar y cuánto confiar. Podemos comenzar reconociendo cómo algunos distorsionan nuestra realidad y nos apartan de nuestra búsqueda de la verdad. Más importante aún, podemos comenzar nosotros mismos a hablar la verdad.<br /><br /><strong>DIFERENTES TIPOS DE MENTIRAS</strong><br />Las mentiras vienen en muchas formas, desde las falsedades intencionales hasta las mentiras piadosas que muchos sienten causan muy poco daño. Las mentiras pueden ser:<br /><br /><strong>Mentiras piadosas</strong><br />Admitámoslo. Cuando suena el teléfono en casa o en el trabajo, quien no ha susurrado: «Diles que no estoy». Le escribimos a la tía Sara diciendo que nos gustó mucho el regalo de cumpleaños porque no queremos herir sus sentimientos, pero luego devolvemos el regalo al negocio donde lo compró. Disfrazamos nuestros sentimientos diciendo: «Estoy bien», cuando en realidad nos sentimos muy mal. Cuando minimizamos nuestro peso o exageramos la asistencia en la iglesia, estamos haciendo que la línea entre la verdad y una mentira sea muy borrosa. Decimos que estas mentiras son inocuas y las llamamos mentiras piadosas.<br /><br /><strong>Mentiras más serias</strong><br />El peligro de mentir es que cuanto más un mentiroso se sale con la suya, tanto más y mejor miente. Cuando distrae nuestra atención de la cuestión principal y dice: «Estás haciendo de una pulga un elefante. Olvidémonos de lo que paso», en realidad aprende a dejar de lado su propia responsabilidad. Nos hemos apartado de la cuestión central y nos preguntamos si somos nosotros los que tenemos problemas. El mentiroso ha evadido la cuestión. La mentira inocua crece y se convierte en otra mentira más nociva. Con el tiempo, mentir se vuelve un estilo de vida.<br /><br /><strong>Mentiras patológicas</strong><br />Los mentirosos habituales y compulsivos disfrutan la idea de que otros se unan a su juego. Ensimismados en la idea de ganar a cualquier precio, se vuelven adictos a su propio engaño. Estos mentirosos son encantadores y convincentes y usan toda su habilidad para agradar a los demás y para que los demás confíen en ellos. Pero que alguien nos agrade no equivale a que confiemos en esa persona y no podemos pasar por alto el hecho de que los mentirosos son confabuladores y no sienten remordimientos por lo que han hecho, ni se conduelen porque nos han herido. Los expertos dicen que estos mentirosos son los de la peor mentira: mentirse a sí mismos y distorsionar su propia realidad. Algunos mentirosos patológicos confiesan: «Las peores mentiras son las que me digo a mí mismo».<br /><br /><br /><em>Karina West </em><br /><em>Escritora y conferencista </em><br /><a href="http://luispalau.net/v2/articulos-disciplinas.aspx" target="_blank"><em>LuisPalau.Net</em></a></p> <p><em><br /><br /></em></p>