Iglesias evangélicas de El Salvador pidieron a las Naciones Unidas (ONU) mediar entre el Gobierno y las pandillas para facilitar un “proceso de paz” que detenga la ola de violencia que sitúa al país entre los más violentos del mundo. Urgencia que se hace evidente frente a la negativa de dialogo del presidente.

“Necesitamos platicar con las Naciones Unidas para que podamos construir todo ese proceso de paz”, dijo en conferencia de prensa en la ciudad de San Salvador el presidente de la “iniciativa pastoral por la vida y por la paz” (IPAZ) y obispo luterano, Medardo Gómez.

El dirigente aseguró que le propusieron a líderes de la facción Sureños del Barrio 18 y de la Mara Salvatrucha (MS13) iniciar con un pacto de no agresión como paso previo para buscar un diálogo con el Gobierno.

“Tenemos la bendición de que las pandillas respetan a las iglesias y nosotros podemos servir” porque las “familias de pandilleros son parte de nuestras iglesias”, detalló.

Gómez señaló que buscarán iniciar conversaciones con el enviado especial de la ONU en El Salvador, Benito Andión, que se encuentra en el país para mediar en la creación de unos acuerdos políticos para complementar los Acuerdos de Paz de 1992.

“Vamos a pedirle a Andión que ese proceso atienda la violencia” e incluya el “diálogo con las pandillas”, señaló el obispo luterano, que también forma parte del Consejo Nacional de Seguridad y Convivencia Ciudadana.

El vicepresidente de IPAZ, Nelson Valdés, pidió “gestos concretos de paz” de las pandillas como el cese de los asesinatos, del reclutamiento de niños y de las amenazas que provocan desplazamientos forzados.

También llamó a las autoridades de Seguridad a revisar una serie de “medidas extraordinarias” que lanzaron abril del 2016 por “las violaciones a derechos humanos que generan”.

De acuerdo con Gómez, este proceso que proponen es ajeno a la tregua que las pandillas pactaron entre 2012 y 2014 y que contó con la venia del Ejecutivo de Mauricio Funes (2009-2014) porque su “fracaso” se dio porque “no hubo transparencia”.

El 19 de enero, el ministro de Seguridad, Mauricio Ramírez Landaverde, negó que las pandillas hayan propuesto al Gobierno entablar un diálogo en el que se discuta su posible desarticulación, como ha informado la prensa local.

“Las estructuras de pandillas no están ni siquiera considerando establecer cualquier tipo de diálogo con el Gobierno y mucho menos desarticularse”, aseguró Landaverde a la prensa.

Añadió que “sería una ingenuidad que nosotros consideráramos esa posibilidad y sería desconocer cómo están organizados, porque son estructuras cuya finalidad es organizarse para delinquir y obtener ingresos ilícitos”.

La MS13, las facciones Sureños y Revolucionarios del Barrio 18 y otras minoritarias son acusadas de mantener los altos índices de asesinatos que sitúan al país como uno de los más violentos del mundo, con una tasa de 81,7 asesinatos por cada 100.000 habitantes.

Según el presidente salvadoreño, Salvador Sánchez Cerén, en su Gobierno “no hay espacio para diálogo” o para “treguas” y que “no queda otro camino” para combatir a las pandillas que la “guerra”.


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