Al iniciar este mes de abril, en el espacio de enseñanza “Educando Bien”, emitido los días martes entre las 10 y 11 hrs. la hermanas María Cristina Munizaga y Charo Michelén de Pablo, expusieron un tema bastante interesante como lo es la “responsabilidad que tienen los padres con los hijos”.

La hermana Charo nos compartió que tiempo atrás, los esposos pensaban que la madre era la única responsable de la educación de los hijos, que esta responsabilidad recaía exclusivamente en ellas.

La familia, que es ordenada por Dios, es la parte central del plan de nuestro amado creador. Dios ha establecido familias para cumplir su propósito eterno en sus hijos para ayudarles a que aprendan el evangelio en un ambiente de amor y para prepararlos para la vida eterna.

El hogar debe ser el lugar mas importante para enseñar, aprender y poner en práctica los principios del evangelio, y esto se lleva a cabo cuando ambos padres participan.

Si nos detenemos a leer la carta a los Efesios 5:22-29, podemos darnos cuenta que el marido tiene una gran responsabilidad como cabeza del hogar frente a la esposa y los hijos. “porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y Él es Su Salvador” (Ef.5:23).

 

Realmente el marido tiene una gran responsabilidad, como cabeza del hogar, con la esposa y con los hijos. Pero, este aspecto lamentablemente, lo pasan por alto.

El hogar cristiano debe seguir el mandato de Dios registrado en las Sagradas Escrituras. Los maridos están llamados a ser copartícipes de la educación de los hijos. En 1º Pedro 3:7 se les dice a los esposos: “Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo”. El marido es cabeza de la mujer, pero debe tratar a la esposa como un vaso frágil.

 

La autoridad del esposo pone orden a la vida familiar. Cuando la esposa cuestiona la autoridad del esposo, la vida familiar es perturbada, pero, de igual manera, cuando el marido trata mal a su esposa, la vida de la familia así mismo es perturbada.

El llamado de Dios en Efesios 5:21 es someternos en amor unos a otros.

La autoridad del esposo sobre la mujer, y la autoridad de los padres sobre los hijos, tiene como límite la autoridad de Dios. El marido no puede obligar a la mujer a hacer algo contrario a la ley de Dios, y los padres deben enseñar a sus hijos la ley de Dios y deben enseñarles a obedecerla con su propio ejemplo. Los padres estamos llamados a ser luminares en nuestro hogar, estamos llamados a ser un testimonio vivo de Cristo, no sólo hablando y predicando, sino actuando como verdaderos creyentes, amando y respetando a nuestro cónyuge.

 

Le compartimos el link para que escuche en totalidad lo compartido por nuestra hermana Charo Michelén en “Educando Bien”