Cuántas veces se ha sorprendido al escuchar a sus hijos hablar de sexualidad como si fueran autoridad en el tema, haciéndole sentir incómodo y hasta ruborizado; o bien cuántas veces le han hecho preguntas que no sabe cómo responder y para evadirlas termina respondiendo con términos tales como “cigüeña” o  “abejita”.

Al hablar a sus hijos e hijas, abierta y francamente, acerca de la sexualidad, usted estará formando en ellos y ellas valores, capacidades y habilidades, que les darán la posibilidad de ejercer con responsabilidad su sexualidad, libre de prejuicios y de presiones sociales.

Lamentablemente, en algunos casos los padres son los últimos en abordar este tema con sus hijos, ya sea por desconocimiento, temor o prejuicios, repitiendo así la manera en que ellos mismos fueron educados. Esta actitud expone a los hijos a otras fuentes, que en la mayoría de los casos, les presentarán la información de forma distorsionada, creando en ellos  una imagen errónea de la sexualidad.

Cuando los padres cumplen con su rol de educadores, los hijos tienen mayor confianza y libertad para comunicarles sus inquietudes y comentarles sus pensamientos. Lo importante para lograr esta interacción es que los padres sean una fuente de estímulo, propiciando una comunicación abierta en la que predomine el respeto y la confianza.

Bajo este principio, los padres deben recordar que la información clara, sencilla y oportuna contribuirá de manera muy significativa al desarrollo integral de su hijo e hija.

Una adecuada educación sexual no puede, ni debe ser responsabilidad absoluta de otros sistemas; esta labor recae sobre la familia en primera instancia, ya que es en este medio donde el niño y la niña se desarrollan, atravesando por diferentes etapas en las que necesitarán del acompañamiento de sus padres. 

Acompañe a sus hijos a descubrirse como seres sexuados, creados así por Dios, dándoles la posibilidad de ver la sexualidad como algo natural y sin malicia. Al hablarles y guiarles en el tema de la sexualidad, usted le estará dando a sus hijos la oportunidad de adoptar pautas de comportamiento sexual basadas en valores sólidos y fomentando en ellos el respeto tanto hacía sí mismos como hacia los demás. Esto les ayudara a prevenir un posible abuso sexual, el contagio de una enfermedad, un embarazo no deseado y un trauma emocional que podría marcar sus vidas para siempre.

Una oportuna educación sexual posibilita el ejercicio adecuado y responsable de la sexualidad, como expresión de amor entre un hombre y una mujer que han adquirido un compromiso responsable bajo el vínculo del matrimonio. Al hablar de sexualidad con sus hijos usted no solo esta aportando un conocimiento o saciando una curiosidad, usted les está formando integralmente.


HABLAR DE SEXUALIDAD DE ACUERDO A LA EDAD
Por Sicóloga Elizabeth Canales

La forma en que eduquemos sexualmente a nuestros niños dependerá de las características de cada edad. Sin embargo, debemos tomar en cuenta que vivimos en una cultura saturada y obsesionada con el sexo; lo que quiere decir que nuestros hijos están recibiendo información de otras fuentes, de los medios de comunicación y de otras partes de la sociedad tan pronto como empiezan a ver televisión o a jugar con los niños del vecindario.

De los 3 a los 5 años
La discusión y enseñanza verbal acerca del sexo tiene que comenzar tan pronto como lleguen a los 3 ó 4 años. A partir de los 3 años y hasta los 5 años, aproximadamente, tanto el niño como la niña empiezan a adquirir su identidad sexual y a formar su identidad personal. Es en las edades de los 3 a los 5 años donde comienzan las primeras preguntas como: las diferencias entre niño y niña o entre papá y mamá, ¿cómo se hacen los bebés? ¿por dónde salen los bebés que están en la pancita? y ¿por dónde entran? Ante estas preguntas debemos hablar con la verdad y dar una respuesta adecuada. (Ver artículo: Cómo y cuándo empezar a hablar de sexualidad con los hijos)

De los 6 y 9 años
En esta etapa aparecerán curiosidades como los juegos y la morbosidad. Puede además surgir la curiosidad por ver cómo hacen el amor los padres, así como espiar en secreto las conversaciones acerca de los novios de los hermanos mayores. Esto se notará mucho en las conversaciones de los recreos de la escuela. Algunos lo hacen más que otros, recordemos que no todos los niños marcan el desarrollo de la misma manera. Lo importante es no adelantarnos ni atrasarnos, sino educar y abordar lo que sucede a nuestro alrededor.

En esta edad se deberá hablar directamente del conocimiento del cuerpo, del respeto al propio y del respeto hacia el otro, de la reproducción, de la identidad, de las relaciones interpersonales, de los mandatos sociales sobre nuestro comportamiento, del placer y del poder. Sin embargo, para poder abordar este tema, hay que construir fortalezas y claridad en los valores, en lo que esperamos de ellos para el futuro.

Entre los 9 y 11 años
El ejemplo es la mejor manera de inculcarles cualquier cosa a nuestros hijos. El comportamiento, la forma de hablar y las actitudes que tengamos como modelo serán las que más a menudo veremos en ellos.

La enseñanza ocurre más fácilmente cuando es en una forma casual y relajada, por ejemplo cuando van a comerse un helado o en la comidas son excelentes momentos para enseñar. Debemos hablar de la sexualidad cuando creamos oportuno, cuando pregunten y cuando no lo hagan.

Con las niñas se recomienda escoger un programa de televisión donde madre e hija puedan analizarlo. Debemos recordar que en las muchachas es la edad de prevenir y detectar problemas de auto-imagen, con el objetivo de evitar males mayores que se derivan de esta falta de autoestima, tales como la anorexia y la bulimia, entre otros. Por esta razón, es de vital importancia resaltar la aceptación de su cuerpo. Nuestra sociedad ha inculcado un modelo de belleza ajeno a la realidad integral de lo que es ser femenino. Ser mujer no debe ser un objeto sexual para la sociedad.

En esta edad entre las mujeres se observan tratos muy groseros y toscos entre ellas. Esto no se puede considerar normal y hay que abordar este tema para evitar la violencia, la falta de respeto o la discriminación. También, es necesario:

  • Estimular la práctica de deportes, actividades artísticas y recreativas para de esta manera, canalizar la ansiedad de aceptación de su cuerpo.
  • Trabajar intensivamente la aceptación des u cuerpo como algo hermoso, valioso y saludable evitará que se obsesionen por ser más cuerpo que persona. Se deben crear espacios de diálogo en donde se hable de ese tema y de lo mucho que pesa en su formación como mujeres.
  • Mencionar la forma violenta en que la publicidad utiliza y trata el cuerpo de la mujer para lograr que aprecien y valoren el desarrollo de sus habilidades y personalidades.
  • Dialogar, tanto muchachas como muchachos, acerca de la forma de relacionarse, destacar el respeto, el diálogo, hacer intervenir a los profesores o maestros si reciben maltrato por parte de sus compañeros y buscar forma de corregir y sanar las relaciones que hacen daño.

En los varones, en este tiempo, la búsqueda y la curiosidad sexual serán aún mayores. Puede que algunos se interesen por el físico, se le ocurra ver revistas pornográficas, postales de mujeres desnudas, tienen luchas para saber quién es el mejor deportista, quién sabe más y quién se hace novio de cuál muchacha. Todo esto estaría de manera inconsciente reafirmando su rol de género masculino.

No obstante, hay que hablarles de los efectos de mirar la pornografía, que lleva a degradar la relación coital, el cuerpo y la construcción del placer. Explicarles que en estas imágenes, se pone al hombre como proveedor del placer femenino cuando el placer lo construyen ambos a partir de sí mismos y del vínculo con el otro.

De 11 a 14 años
Debemos explicarles a los pre-adolescentes y adolescentes que alrededor de los 11 y 14 años, les sucederá la primera eyaculación y que tendrán erecciones involuntarias que deberán aprender a controlar por medio de respiraciones y el dominio de las imágenes que tienen en su mente. También se les debe aclarar que esta manifestación de su desarrollo va unida al deseo de masturbarse y a las sensaciones de placer y excitación ubicados en sus órganos genitales. Deben aprender a reconocer estas sensaciones y manejarlas con valores y con un sentido para su desarrollo.

Es importante conocer los valores y conceptos que queremos inculcar a nuestros y saber que, cuando queramos enseñarles algo, debemos planificarlo por adelantado. La buena enseñanza y discusión no ocurren automáticamente.

Si el chico o la chica tienen información previa entenderá qué está pasando, por qué hay distintos ritmos y que no es una competición. Al hablar con naturalidad sobre su sexualidad estaremos quitando muchas preocupaciones en ellos. Además todos los padres podemos hablar de todas las que les interesan pero también de todo aquello que creemos que necesitan saber en cada momento, atendiendo, evidentemente, a sus capacidades.


Enfoque a la Familia



mañana de edificación

 

conversaciones en armonia 16 horas entre hermanos y pastores

 

 

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