A menudo la gente va al doctor o a ver a un pastor quejándose de dolores de cabeza, de estómago, de espalda, o cualquier otro tipo de dolor. Algunos se quejan de no poder dormir, se sienten mareados. Parece que cualquier comida que comen les cae mal al estómago.

Todos estos síntomas son señal de un problema común y enorme de hoy en día: lo llamamos ESTRÉS. La verdad de las cosas es que el estrés no sólo nos ocasiona dolores y malestares. El estrés está causando un terrible mal a la salud y la economía del país. Más del 66% de las citas con el médico se hacen por problemas relacionados con el estrés. El estrés laboral le cuesta más de 150 billones de dólares anuales a la industria americana debido a faltas al trabajo, productividad perdida, accidentes, y seguros médicos. Cada semana unos 112 millones de personas toman medicamentos por síntomas de estrés.

Vivimos en un mundo estresante. Y tú, ¿te sientes estresado? Ejercicio: ¿realmente entiendes bien qué es el estrés? Completa las siguientes oraciones:

Estoy a punto de darme por….vencido.
Ya no aguanto….más.
Soy una pila de…nervios.
Mi vida se está…desmoronando (o destruyendo).
Realmente no sé qué….hacer.
A veces me pregunto si vale la pena…vivir.

Es increíble lo que la gente trata de hacer para manejar el estrés. Terapia, magia negra, ocultismo, dietas. Lo más común son los sedativos para “tranquilizarnos”.

En la Biblia hay una forma diferente de tratar el estrés. Juan 14:27 dice, "Mi paz les dejo. Les doy Mi propia paz y no es como la paz de este mundo. No se sientan turbados (ahí está la palabra que significa "estrés") ni tengan miedo".

El escritor del evangelio aquí dice un par de cosas.

Primero. La paz es un don (un regalo). La paz de Dios es un don. No se puede hacer algo para ganar la paz interior, y entonces la ganas. Es un don. Y la paz interior de Dios es distinta a la del mundo. En primer lugar, no es frágil. En los últimos 3500 años han habido 286 años de paz. No tenemos mucha paz en el mundo. La paz humana se basa en las circunstancias. Si todo anda bien, entonces tengo paz. Pero si todo es un caos, entonces no tengo paz.

La Biblia dice que la paz es algo interior. Hoy vamos a ver cómo podemos tener paz bajo presión. ¿Cómo puedo tener paz en las circunstancias bajo las cuales me encuentro ahora? ¿Cómo puedo sentirme fuerte cuando estoy bajo estrés? Hay cinco claves para tener paz interior. Un mensaje muy sencillo. Sólo cinco cosas. Lee y estudia estos versículos esta semana y aplícalos a tu vida.

La Biblia dice que hay cinco cosas que puedes hacer y que te traerán paz interior.

1. Debes aceptar el perdón de Dios
2. Debes reconocer la presencia de Dios: comprender que Él está contigo todo el tiempo.
3. Debes obedecer los principios de Dios.
4. Debes confiar en el plan de Dios: eso te trae paz interior.
5. Debes pedirle a Dios que Él supla: cuando tienes una necesidad debes contárselo a Él.
6. La más importante es la primera. Quiero que pasemos unos buenos momentos hablando de ella hoy.

1. DEBES ACEPTAR EL PERDÓN DE DIOS
Romanos 5:1 "Ya que hemos sido justificados por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo".

Has sido creado para vivir en armonía con Dios. El no estar en armonía con Dios nos ocasiona estrés. Esa es la razón más grande del estrés en tu vida. Cuando no estás en armonía con Dios, nada parece funcionar bien. Cuando las verticales y las horizontales están desalineadas, tu vida es un desastre.

La Biblia dice que primero necesitas aceptar el perdón de Dios. Los psicólogos dicen que la primerísima razón del estrés es la culpabilidad. ¿Hay alguien que sea perfecto? Todos cometemos errores. No vivo ni si quiera de acuerdo a mis propias normas, mucho menos de acuerdo a las normas de Dios. Debido a que todos cometemos errores, sentimos culpabilidad y esa culpabilidad ocasiona el estrés en nuestra vida. La Biblia dice que debemos aceptar el perdón de Dios. Dice, "Somos justificados por medio de la fe" Presta atención a la palabra "justificados".

¿Qué significa esa palabra? Significa que nos limpia completamente. Aun si no existiera tal cosa como un cielo, y sí que existe, yo me convertiría a Cristo simplemente para tener la conciencia limpia. La culpabilidad nos ocasiona estrés. Aun los cristianos que saben que son perdonados a menudo no se sienten perdonados. Aun los cristianos, sabiendo que son perdonados, no lo aceptan.

Así que necesitamos aceptar el perdón de Dios. La razón número uno del estrés es la culpabilidad.

Miqueas 7:18 "Nuestro Dios es un Dios que perdona el pecado. Se deleita en mostrar misericordia".

Dios está ansioso por limpiarte. Desea hacerlo. Está dispuesto. Está listo para limpiarte la conciencia. No hay paz interior sin conciencia limpia. La palabra perdón significa liberar del castigo. Significa ser perdonado.

Una vez leí algo sobre un hombre que había cometido un delito hacía 30 años y lo había mantenido en secreto; nadie más sabía nada sobre el asunto. Al final lo confesó e hizo restitución. Dijo, "Estuve viviendo un infierno personal durante 30 años".

Podríamos detenernos allí y pensar sobre el hecho de que Dios dice, "Deseo ofrecerte perdón total por cada una de las cosas que hiciste mal en la vida". ¿Piensas que eso te traería paz interior? Claro que sí.

Dios desea perdonarte. Él quiere limpiarte y dejarte blanco como la nieve. Desea perdonar todo tu pasado. Quiere comenzar de nuevo. A eso se le llama nacer de nuevo. Es como comenzar de cero y esa conciencia limpia te produce paz interior.

2. DEBES RECONOCER LA PRESENCIA DE DIOS.
Debes darte cuenta de que Él está contigo todo el tiempo. Concéntrate en Él. El estrés aparece cuando sientes como que estás enfrentándote solo a todo.

Isaías 26:3 "Tú, oh Dios, guardarás en perfecta paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera".

Romanos 8:6 "La mentalidad del Espíritu es vida y paz". La paz es un estado mental que está determinado por aquello en lo cual te concentras. Lo que deseo que aprendas hoy es que tu primera reacción en cualquier crisis que enfrentes sea, "Señor, sé que estás aquí conmigo".

Hacer eso ayudará a que tu nivel de estrés se vea significativamente reducido. No te enfrentas solo a nada. Dios está contigo.

Salmos 46:1 y 10 "Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. Estén quietos y sepan que Yo soy Dios".

El trasfondo de este versículo es interesante: La ciudad de Jerusalén había sido rodeada por 180,000 tropas enemigas. Estaban a punto de destruir la ciudad. Los israelíes se estaban poniendo tensos. Dios dijo: "Relájense. Yo estoy en control". Cinco minutos antes de que atacaran la ciudad, Dios hizo que descendiera una plaga y decimara al enemigo y así se salvó la ciudad de Jerusalén. Dios dice, "No te preocupes. Yo te ayudo en todo momento. Siempre estoy presente. Debes reconocer Mi presencia y Mi soberanía".

Fíjate que hay dos pasos para reconocer la presencia de Dios. ¿Cómo sabes que Dios está contigo todo el tiempo?

En primer lugar, dice "Estén quietos". En hebreo eso significa, "despreocúpate, tranquilízate".

Si hay algo que quisiera hacer por ti esta semana es ayudarte a que establezcas un momento diario en que simplemente te quedes en quietud.

La mayoría de la gente está siempre de prisa. Por la noche llegan muertos a la casa, miran un poco de TV, se acuestan en la cama: no pasan ningún momento de quietud. ¿Cuánto tiempo pasaste a solas con Dios esta semana?

La gente dice: "Dios nunca me habla". Bueno, siéntate y cállate para poder oírlo. Tienes la radio encendida, la TV, el CD. Estás tan ocupado llenando la mente con otras cosas que no queda lugar para Dios. Debes estar callado. Estar quieto.

Luego dice, estén quietos y sepan. La palabra "saber" en griego indica el tipo más íntimo de conocimiento. No es saber acerca de algo. Hay una diferencia entre saber algo sobre Dios y conocer a Dios. Puedes saber acerca de Dios. Puedes saber datos. Puedes ir a la iglesia y saber sobre Dios. Pero debes realmente conocerle.

La palabra aquí se usa literalmente con el significado de el tipo de conocimiento más íntimo.

María no conoció a ningún hombre antes de que Jesús naciera. Es la forma más íntima de conocimiento, esa es la manera en que Dios desea que lo conozcas. No de lejos, sino a través de una interacción y comunión personal. Dios dice, "Yo deseo que me conozcas".

Si quieres aceptar el perdón de Dios, debes reconocer Su presencia, debes saber que nunca vas a ningún lugar solo, que cada crisis a la que te enfrentas, la enfrentas con la ayuda de Dios: el nivel de tu tensión se reducirá y tu paz interior aumentará.

Recuérdate cuál debe ser tu primera reacción, "Señor, sé que estás acá conmigo". El problema es que conocemos más de cualquier cosa que de Dios.

Acepta el perdón de Dios. Reconoce Su presencia. Luego hay un tercer asunto si deseas tener paz interior en forma consistente, habitual.

3. DEBES OBEDECER LOS PRINCIPIOS DE DIOS.
Salmos 119:165-166 "Los que aman tus mandamientos tienen grande paz y no tropiezan. Mi alma ha observado tus mandamientos".

La Biblia es el manual de la vida. No es un simple libro de historia. Contiene principios. Si haces caso omiso al manual, te las deberás aguantar solo. Cuando compras un automóvil, puedes darle el mantenimiento con la frecuencia que lo requiera el manual o puedes ignorarlo. Si le haces caso, el auto te durará más tiempo...


Continúe leyendo en este enlace: Asociación Luis Palau


Sé que Dios lo sabe todo, pero me pregunto si se siente frustrado con mis oraciones.

“Oh, Señor, por favor cuida a mis hijos cuando regresen del campamento esta semana. Que la mente del conductor esté descansada y sus ojos atentos. Oh, eso me recuerda que necesito hacer una cita para Katie con el oculista. La vi leyendo su libro muy de cerca. Eso no puede ser bueno. Me sorprendió mucho que la biblioteca no tuviera más libros para niñas. Evidentemente los pocos libros que tienen son muy utilizados porque se ven muy desgastados. Me pregunto por qué no los forran con plástico resistente. Ahora que lo pienso, yo debería tener esos libros en mi casa. No —ya me estoy quedando sin espacio en las estanterías, y eso añadiría más volumen. ¡Ah! Más volumen, como yo. ¿Sabes? Necesito volver a hacer esa dieta. Si solamente yo… ¿Qué?... Espera… ¡oh, OH! Señor, lo siento. ¿Dónde estábamos?”

¿Cómo es posible que suceda esto? ¿Cómo puedo tener el increíble privilegio de que se permita traer mis pensamientos, mis alegrías, mi dolor y mis peticiones al Rey del universo, y dejar que mi mente tome un camino equivocado?

Y no es solamente mi mente errante la que puede hacer que me desvíe. Vivimos en un mundo de interrupciones electrónicas. Cuando la tecnología digital hizo erupción por primera vez, todos pensamos: Las cosas van a ser mejor ahora. Puedo encontrar información mucho más rápido. Tendré… (y aquí está la mentira que todos creímos)… tendré más tiempo.

Tal vez al comienzo eso era verdad. Investigar para hacer una compra ya no implicaba leer largos comentarios en la biblioteca sobre los productos. En cuestión de segundos, teníamos toda la información que necesitábamos. Pero pronto tuvimos más información de la que podíamos manejar. Y ahora, la información nos llega de prisa y con furia. Hay demasiado para procesar. Las notificaciones electrónicas nos alertan constantemente de que hay algo nuevo que leer. Los correos electrónicos nos inundan. Los mensajes de Facebook no paran. Blog tras blog tienen nuevo contenido. La cabeza me da vueltas por todo lo que recibo. No hay tiempo para analizar detenidamente esos mensajes; no hay tiempo para que la información que recibimos se vuelva productiva...

Continúe leyendo en este enlace: En Contacto

 

Tener una relación íntima con Dios significa darse cuenta que la vida en abundancia nunca será encontrada en otra persona.

Tengo una confesión. Me gusta películas para mujeres, películas en donde el Señor Correcto conoce a la Señorita Correcta, se enamoran, experimentan una crisis que rompe su relación y luego se reconcilian con un beso.

Me gustan estas películas porque le hablan a un lugar muy profundo en mí que añora por amor romántico. Sin embargo, sé que nunca encontré satisfacción total aunque pueda experimentar el amor romántico de las películas porque no es la máxima ambición de la humanidad o el zenit de la plenitud. Si fuese así, entonces habría una orden en las escrituras para amar románticamente y este sería nuestro mayor llamado. En lugar de eso, nuestro mandato es amar a Dios sobre todas las cosas (Mat. 22-37-40). En Su amor, podemos encontrar plenitud que ningún humano pueda proveer.  

Tome estos pasos para ayudarse a que experimente una relación de amor íntimo con Dios:

Paso Uno: Abrace la verdad de que la intimidad con Dios no tiene contendientes.

Una amiga estaba solitaria y frustrada porque Dios no le había cumplido su mayor deseo: un esposo. Nunca se había casado y tenía 40 años, estaba cansada de orar y de esperar y esperar, pero más que todo ella estaba convencida que su vida tenía algo menos. Ella decía enfáticamente que: “Estar soltera no es tener una vida abundante!”.

Definitivamente en algunas ocasiones me identifico con las emociones de su corazón dolido por sentirse como la única chica sin acompañante al baile de graduación. Siento empatía con su soledad, sus lágrimas cuando tarde en la noche solo Dios puede escuchar sus multitudinarias oraciones por un hombre del que ella no está segura si existe. Pero la ausencia de una vida abundante que ella desea.

Nuestra conversación me mandó corriendo por mi Biblia donde encontré Juan 10:10.

“El ladrón viene a robar, matar y destruir, pero Yo he venido para que tengan vida y en abundancia.”

La palabra vida brincó de la página. Tuve que buscar su significado. En la definición, encontré la receta para la enfermedad del corazón de mi amiga: Dios mismo es la vida abundante que ambas buscamos – no la relación con un hombre. La palabra griega para vida es zoe (el lenguaje original) y significa: “vida, refiriéndose al principio de vida en el espíritu y el alma. (mi énfasis) [Zoe es] la máxima expresión de lo que es Cristo, lo que le da a los santos.

Vida. Dentro de mí. Dentro de ti. En el espíritu. En el alma. Dada por Dios. La mayor bendición que podemos tener de parte del cielo. Cristo mismo.

El primer paso para desarrollar una relación de amor íntimo (y pleno) con Dios es admitir que la vida abundante que Él prometió nunca será encontrada en otra persona. En su lugar, como la definición de zoe (vida) demuestra, la verdadera vida abundante es interna y es encontrada en Cristo únicamente.

No me malinterprete; Dios nos creó para que experimentáramos el amor humano, y el romance puede agregarle a la vida una dimensión hermosa. Pero el amor romántico nunca podrá superar una relación de amor íntimo con Dios. Sinceramente, a Dios le agrada de esta manera porque Él no quiere contendientes por tu corazón; Él es celoso por tu afecto (Ex. 34-14).

Paso Dos: Acepte que una relación plena de amor íntimo con Dios es personal.

Algunas cosas con Dios son tan personales, tan íntimo, que no puede ser descrito con palabras, solo pueden sentirse con el corazón. Así es la verdadera intimidad con Dios; sentimos que nadie más puede verdaderamente entender el lazo especial que compartimos con Él porque es personal.

Esto describe mi relación con Cristo. Él me ha consolado cuando he llorado, me ha dirigido, enseñado, regañado, guiado y amado. Hubo momentos en los que a veces pensé que mi corazón puede explotar de emoción por Él ¿Quién debería entender lo profundo de mi relación con Él sino yo y mi Salvador? Esto es verdadera intimidad con Dios: cuando sentimos que nadie más puede totalmente entender, incluso si tratemos de explicarles, porque la relación con Dios es personal.

Si nunca te has comprometido a una relación personal con Él, esta relación no está cargada con requisitos difíciles y deberes religiosos. Él no te pide que cambies antes de comprometerte con Él; Él solo pide que vengas como eres, confieses tus pecados a Él, reconozcas que necesitas que tus pecados sean perdonados y aceptes Su regalo del perdón que Él te ha ofrecido a través de su muerte en la cruz (Mat. 27-:1-66, 2 Cor. 5:21). Después de haber hecho esto, puedes empezar una conversación de por vida con Él lo que forma parte abundante de zoe.

Paso Tres: Hable con Dios

Exactamente como una relación con otra persona requiere de conversación, entonces relación con Dios es igual. Conversar con Él ocurre a través de la lectura de la Biblia (Su mayor manera de comunicarse con aquellos que le aman) y la oración (una conversación en ambos sentidos entre usted y Dios).

Cuando oras, Dios no está preguntando por una formula; Él tampoco pretende que seas algo que no eres. Él no solo quiere que lo adores, que nunca le pidas nada, o que digas frases en particular para que suenes “religioso.” En lugar de esto, Él solo quiere que le digas lo que hay en tu corazón y mente, así como lo harías con un amigo de confianza (1 Pedro 5:6-8)

Mientras oras, vas a aprender a escuchar la voz de Dios, así como dijo Jesús dijo aquellos que le conocen la reconocen (Juan 10:27-29). Sin embargo, recuerde que toma tiempo aprender a escucharle con exactitud. A veces sabrás que Él está hablando a través de su Santo Espíritu, otras veces no estarás seguro. Pero entre más entiendas quien es Dios por medio de su Palabra y tu mente sea transformada, más vas a poder discernir cuando Él te está hablando y cuando no lo está haciendo (Rom. 12:2).

Paso Cuatro: Pasa tiempo con otros que creen en Cristo

Cuando miro hace atrás en mi relación con Jesús desde que lo conocí hace 20 años atrás, no estoy segura donde estaría sin otros preciosos creyentes que me enseñaron una foto de Él.

Una mujer hizo amistad conmigo y me enseñó tremendamente sobre Cristo. Ella me enseñó Su amor; leía la Biblia (Su Palabra) conmigo, me animaba y oraba por mí. Sin su cuidado y preocupación, no estoy segura como hubiera manejado muchas de las adversidades que enfrenté durante una temporada oscura en particular.

Porque estando en una relación cercana con otros que le Conocen es parte vital para desarrollar una relación íntima de amor con Él, Jesús oró que aquellos que le conocen puedan experimentar las misma unidad que Él experimenta con Su Padre. Yo experimenté esto con mi amiga.

Si no conoces a nadie que pueda desarrollar una relación cercana a esta magnitud, alcanza a otros. Pregunta por un guía espiritual, conviértete en parte de un estudio bíblico en una iglesia creyente de la Biblia, o únete a un grupo de discipulado cristiano.

Paso Cinco: Se paciente

Por último, recuerda que desarrollar intimidad con otra persona toma tiempo, igualmente lo es una relación con Dios. Conforme creces en confiar en Él y creer más y más lo que dice en Su Palabra, tú amorío con Él se convertirá cada vez más satisfactorio y la abundante de zoe crecerá dentro de tu espíritu y alma.


Shana Schutte
Enfoque a la Familia

 

Si usted pertenece a Cristo, como el apóstol Pablo usted puede y debe aprender el secreto del contentamiento. Cuando Pablo escribió, “pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento,” no solamente hablaba filosóficamente (1 Tim. 6:6). Él había aprendido el secreto del contentamiento en cada circunstancia de la vida (Filipenses 4:11-12). Mientras que el secreto se les escapa a varias personas, no se le tiene que escapar al verdadero creyente. Para aquellos que están dispuestos a aprender, aquí hay seis pasos tomados de la vida y la enseñanza de Pablo para poder vivir una vida llena de contentamiento.   

Primero, aprenda a dar gracias en toda ocasión. Pablo había aprendido a dar gracias en cada circunstancia y él exhorto a todo creyente que hiciera lo mismo. Dar gracias, en primer lugar, es cuestión de obediencia (1 Tesalonicenses 5:18; Efesios 5:18), pero también es característico de un creyente lleno del Espíritu (Efesios 5:18-20).  

Segundo, aprenda a descansar en la providencia de Dios. Si en realidad conocemos a Dios, sabemos que está desarrollando su plan para nosotros para nuestro beneficio y Su gloria (vea Romanos 8:28). No deberíamos sorprendernos o ser desagradecidos cuando pasemos por pruebas sabiendo que Dios conoce perfectamente el resultado (vea 1 Pedro 4:12-13).

Tercero, aprenda a estar satisfecho con lo poco. Pablo había elegido estar satisfecho con lo poco, y sabía que era importante que otros aprendieran a elegir lo mismo. En 1 Timoteo 6:6-8, Pablo exhorto a un joven pastor con estas palabras: “Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento; porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto”. Pablo entendía que la codicia y el contentamiento eran mutuamente exclusivos.  

Cuarto, aprenda a vivir por encima de las circunstancias de la vida. Así es como vivió Pablo. En 2 Corintios 12:9-10 el escribió, “Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien es mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.”

Pablo no encontró placer en el dolor mismo, pero en el poder de Cristo que fue manifestado a través del dolor en tiempos de debilidad, reproches, persecuciones y angustias. Nosotros también deberíamos de encontrar deleite en el poder de Cristo durante tiempos de angustia.

Quinto, aprenda a depender en el poder y la provisión de Dios. El apóstol Pablo escribió, “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Fil. 4:13); y Jesús dijo que nunca nos dejaría ni nos desampararía (Hebreos 13:5). Como Pablo, nosotros también podemos aprender a depender en la promesa de Cristo. Él fielmente infunde a cada creyente Su propio poder y los sostiene en tiempo de necesidad hasta que reciban la provisión de Su mano (Efesios 3:16).

Finalmente, preocúpese por el bienestar de otros. El resumen de esto lo hizo Pablo en Filipenses 2:3-4, donde escribió: “Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros”.

El hombre egoísta es un hombre descontento. Pero el alma del hombre generoso, el hombre que vive por los intereses y el beneficio de otros, tendrá bendición sobre bendición en su vida (vea Proverbios 11:24-25; 19:17; Lucas 6:38; 2 Corintios 9:6).


Gracia a Vosotros.



Algunas de las cosas más importantes que usted y yo diremos y haremos tendrán lugar en el hogar. Allí es donde los niños reciben la educación más crucial. Como promedio, nuestros hijos pasan el 1% de su tiempo en la iglesia, el 16% en la escuela y el restante 83% en el hogar o cerca de él.

Una universidad en la ciudad de Nueva York gastó 250.000 dólares en un proyecto de investigación cuyas conclusiones fueron sencillamente verdades que hallamos en la Biblia: En la vida de un niño, no hay fuerza que se compare al impacto de su hogar.

Nunca estaremos exagerando al referirnos a lo vital de la influencia de un padre justo y temeroso de Dios. A menos que nuestros hijos vean la diferencia que Cristo hace en nuestras vidas y oigan el evangelio presentado de manera clara, casi invariablemente rechazarán el cristianismo.

Dios no tiene nietos, sólo hijos. Lo descubrí cuando niño. Mis padres amaban y servían al Señor Jesucristo, pero llegó el día en que yo también tuve que entregar al Señor mi propia vida.

Dios ha dispuesto el hogar como el sitio donde su Palabra debe ser enseñada, vivida y transmitida de generación en generación. Deuteronomio 6:6-7 nos instruye: "Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes".

Alguien ha dicho que hay que instruir al niño en su camino, y de vez en cuando también andar por ese camino. Cuando compartimos con nuestros hijos momentos alrededor de la mesa, durante las comidas o en otras ocasiones del día, ellos notan cada actitud que tenemos y cada palabra que decimos--y nos imitan. ¿Acaso puede usted decir a sus hijos, sin vergüenza alguna: "Sigan mi ejemplo, así como yo sigo el de Cristo" (1 Corintios 11:1 BD)?...

Continúe leyendo en este enlace: Cruzada con Luis Palau

 

El primer capítulo de Efesios describe las bendiciones que Dios le da a usted y a todos los creyentes en Cristo Jesús. Que estas diez razones para alabar a Dios vengan a su mente a menudo mientras usted recuerda todo lo que Dios ha hecho por usted.

1. Porque Él lo ha bendecido con toda bendición espiritual
"Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo", (Efesios 1: 3).

A Dios le encanta bendecir a su pueblo. A causa de que sus bendiciones espirituales están aseguradas en el cielo, no están limitadas por nuestras acciones o por el tiempo terrenal. Están basadas en Su carácter y en Su propósito para usted.

2. Porque Él lo ha escogido
"Según nos escogió en Él antes de la fundación del mundo, para que fuéramos santos y sin mancha delante de Él" (v. 4).

Ningún cristiano comprende por qué Dios lo escogió, pero en Su gracia Él lo hizo. Usted era parte de su plan divino antes que el tiempo comenzara. ¿No lo motiva esa gracia a amarlo y a vivir para Él aun más?

3. Porque Él lo ha predestinado y adoptado                                       
"En amor nos predestinó para adopción como hijos para sí mediante Jesucristo, conforme al beneplácito de su voluntad" (v. 5).

Predestinado significa «escogido de antemano». La obra de Dios en su vida garantiza que Él cumplirá Su plan perfecto para usted: que usted sea adoptado en Su familia. A causa de lo que Jesús hizo en la cruz, cuando usted cree, se convierte en un hijo o hija del Dios Viviente.

4. Porque Él lo ha redimido
Para alabanza de la gloria de su gracia que gratuitamente ha impartido sobre nosotros en el Amado. En Él tenemos redención mediante su sangre (v. 6–7a).

Dios envió a su Hijo para pagar el precio que lo compraría a usted; para librarlo de la prisión de la consecuencia de su pecado. El precio que Dios pagó no fue en plata ni oro, sino en la sangre preciosa de Su propio Hijo (1 Pedro 1:18–19). ¡Dios lo ha hecho a usted libre!

5. Porque Él lo ha perdonado
[Nosotros tenemos] el perdón de nuestros pecados (v. 7b).

A causa del sacrificio de Jesús, Dios ya no cuenta la deuda de su pecado contra usted. Él ha perdonado todos sus pecados. Esto significa que Él ya no recuerda ninguna de sus transgresiones. ¡Usted es sin mancha ante Él! Usted puede estar seguro de su perdón continuo hoy… y aun mañana.

6. Porque Él ha hecho abundar su gracia sobre usted
… según las riquezas de su gracia que ha hecho abundar para con nosotros (v. 7c-8a)

La gracia de Dios significa «Su favor inmerecido». Dios le da a usted lo que no merece. Usted ha sido bendecido con vida, aliento, compañerismo con Él, y muchísimo más. Dios anhela darle gracia a las personas, y cuando Él da, Él da abundante y extravagantemente.

7. Porque Él nos ha dado a conocer el misterio de su voluntad
En toda sabiduría y discernimiento nos dio a conocer el misterio de su voluntad, según el beneplácito que se propuso en Él, … es decir, de reunir todas las cosas en Cristo, tanto las que están en los cielos, como las que están en la tierra ( v. 8b–10).

El misterio que Dios reveló a través de Jesús es su plan de salvación. Dios también ha dado a conocer su deseo de que todos los creyentes estén unidos en un mismo cuerpo, la Iglesia. No hay división entre hombre y mujer, esclavo o libre, judío o gentil. Somos uno en Cristo.

8. Porque Él ha proporcionado una herencia eterna
En Él también hemos obtenido herencia, habiendo sido predestinados según el propósito de aquel que obra todas las cosas conforme al consejo de su voluntad, a fin de que nosotros, que fuimos los primeros en esperar en Cristo, seamos para alabanza de su gloria (v. 10b–12).

Al presente, Dios le ha dado a usted todas las recompensas de la salvación, incluyendo la paz con Dios y ser coheredero con Cristo. En el futuro, usted heredará todas las riquezas espirituales del cielo. Este regalo es para el bien de usted y para Su gloria.

9. Porque Él lo ha sellado en Cristo
En Él también vosotros, después de escuchar el mensaje de la verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído, fuisteis sellados en Él con el Espíritu Santo de la promesa (v. 13).

Dios lo ha «sellado», o marcado, a usted como propiedad de Él a través de la presencia del Espíritu Santo en su vida. Este sello fue una acción permanente que le da la seguridad de que usted es hijo de Dios, teniendo derecho a Sus riquezas y a Su bondad.

10. Porque Él ha garantizado su herencia
[El Espíritu Santo] nos es dado como garantía de nuestra herencia, con miras a la redención de la posesión adquirida de Dios, para alabanza de su gloria (v. 14).

La presencia del Espíritu Santo en su vida es una promesa, un primer pago, de los tesoros que serán suyos en el cielo. Cuando usted vaya al cielo, morará con Dios plenamente. Hay más en camino. ¡Qué razón tan maravillosa para alabar a Dios!

Se otorga el permiso para imprimir este artículo, o la lista en su totalidad, sin alteraciones y sin ser editada para al único propósito del lector.


Visión para Vivir

 

Cuando nos damos cuenta de lo vasto de nuestros recursos divinos, cuando reconocemos que las riquezas eternas del cielo son la dádiva de Dios para nosotros, no seremos mezquinos con las cosas que tenemos. Por el contrario, nos sentiremos bien dispuestos y en libertad para compartir. En breve, conoceremos el gozo de la generosidad. Una generosidad que se arraiga en el contentamiento santo tiene también algunos beneficios invaluables. Cuatro vienen a la mente al considerar las palabras de Pablo en 1 Timoteo 6.

Primero, no nos aferraremos a las cosas temporales. Pablo escribió: “porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar” (1 Timoteo 6:7). Puesto que entramos a este mundo sin traer nada, ni vestir nada, ni poseer nada, y puesto que saldremos de la misma manera, ¿por qué peregrina razón nos aferramos a los bienes terrenales? La generosidad arraigada en el contentamiento nos permite decir con Job: “Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá” (Job 1:21).

Segundo, mantendremos al mínimo nuestras necesidades esenciales. Como el apóstol declaró: “Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto” (1 Timoteo 6:8). Si somos francos, admitiremos que las necesidades genuinas de la vida son pocas: comida... agua... ropa... un techo para protegernos de los elementos. Las cosas esenciales son una lista muy corta. Del otro lado de la moneda, el estilo de vida de “el que muere con más juguetes gana” jamás satisface. Cuando mezclamos los lujos con las cosas esenciales, el gozo nos elude.

Tercero, resistiremos la seductora atracción de la codicia. Pablo advirtió: "Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores". (6:9–10)...

El brillo de la plata y el oro atrae a la gente a la destrucción como un foco encendido atrae a los insectos. La fuerza hipnótica de la codicia deja a su paso los escombros de promesas y relaciones personales destrozadas (6:10). Por favor, comprenda que el dinero en sí mismo no es el problema... el problema es nuestra infatuación con el mismo.

Cuarto, y finalmente, cultivamos un estilo de vida verdaderamente agradecido y gozoso. ¿Qué de los que ya son ricos? Pablo se dirigió a ellos en 1 Timoteo 6:17: "A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos".

En otras palabras, no mire con desdén a los que tienen menos . . . y no ponga sus esperanzas en la seguridad falsa. Más bien, mire sus posesiones como artículos que Dios le ha prestado para gloria de Él y para que usted las disfrute. Sí, para nuestro disfrute. Dios no es un aguafiestas sino un Dios que provee placer y que actúa siempre con gracia. Él quiere que nos demos cuenta de que una ausencia de arrogancia además de la presencia de seguridad equivaldrá a gozo verdadero, duradero.

El contentamiento es fundamental para un espíritu generoso. Cuando no nos aferramos a las cosas temporales, mantenemos las cosas esenciales al mínimo, resistimos la seducción de la codicia, y cultivamos un estilo de vida agradecido y gozoso, la codicia no tiene donde echar raíz. Una generosidad gozosa que brota del contentamiento nos ayudará a mantenernos enfocados en lo que en realidad es necesario para nosotros mismos; y lo que es necesario para otros.


Visión para Vivir

 

El pecado ha cegado a los hombres y mujeres, así que la persona que no ha sido salvada ve la vida de acuerdo con una perspectiva falsa. Pero los cristianos que han nacido de nuevo ven la vida no como una masa indefinida, confusa y sin sentido, sino como algo planeado y con propósito. Sus ojos han sido abiertos a la verdad espiritual.

En su sermón inaugural en Nazaret, Cristo dijo que una de las razones por las que había venido a la tierra era “proclamar […] la recuperación de la vista a los ciegos” (Lucas 4:18, LBLA). El evangelio de Cristo nos ayuda a ver nuestra necesidad y nuestra impotencia, y luego nos muestra la gracia redentora que Dios ha puesto al alcance de todo hombre y mujer.

En la Biblia somos llamados “hijos de la luz y del día” (1 Tesalonicenses 5:5), porque Dios quiso compartir sus misterios y secretos con nosotros. Ya no estamos en tinieblas y sabemos de dónde vinimos, sabemos por qué estamos aquí y sabemos adónde vamos.

En Efesios 1:9-10 nos enteramos de uno de los misterios de Dios que Él ha revelado. “Él nos hizo conocer el misterio de su voluntad conforme al buen propósito que de antemano estableció en Cristo, para llevarlo a cabo cuando se cumpliera el tiempo: reunir en él todas las cosas, tanto las del cielo como las de la tierra”.

Es la voluntad de Dios que en algún momento en el futuro, tal vez muy pronto, estemos todos juntos con Él.

¿Y cuál es la voluntad de Dios para nosotros hoy? A lo largo de las edades ha sido el deseo del corazón de hombres y mujeres devotos conocer y seguir la voluntad de Dios cada día. David dijo: “Enséñame a hacer tu voluntad” (Salmos 143:10).

¿Está usted dispuesto a hacer la voluntad de Dios? Somos exhortados a buscar la voluntad del Señor. En Efesios 5:17 leemos: “Por tanto, no sean insensatos, sino entiendan cuál sea la voluntad del Señor”.

Conocer la voluntad de Dios es la sabiduría más elevada. Jesús dijo: “El que esté dispuesto a hacer la voluntad de Dios reconocerá si mi enseñanza proviene de Dios” (Juan 7:17).

Vivir en el centro de la voluntad de Dios elimina toda la falsedad de la religión y pone el sello de la verdadera sinceridad sobre nuestro servicio a Dios. Como dice la Biblia: “No lo hagan sólo cuando los estén mirando, como los que quieren ganarse el favor humano, sino como esclavos de Cristo, haciendo de todo corazón la voluntad de Dios” (Efesios 6:6).

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mañana de edificación

 

conversaciones en armonia 16 horas entre hermanos y pastores