Es crítico comprender lo que la doctrina bíblica de la perseverancia no significa. No significa que las personas que “aceptan a Cristo” puedan vivir entonces de la manera que les plazca sin temor al infierno. La expresión de “seguridad eterna” se utiliza a veces en el sentido tal como que “una vez salvo, siempre salvo”. R. T. Kendall, argumenta la última frase definiendo su significado de la siguiente manera:
“Quien una vez cree verdaderamente que Jesús fue resucitado de la muerte y confiesa que Jesucristo es el Señor, irá al cielo cuando muera. Pero no termina ahí. Dicha persona irá al cielo cuando muera sin importar qué obra (o falta de ella) pueda acompañar dicha fe.” (Once Saved, Always Saved, p.19).
Kendalll también escribe: “Espero que nadie tome esto como un ataque a la Confesión de Westminster. No lo es.” (p.22). ¡Pero es precisamente eso! Kendall expresamente debate en contra de la afirmación de Westminster, que la fe no puede fallar.
Él cree que lo que mejor caracteriza a la fe es una simple mirada: “uno solo necesita ver al Portador de los Pecados, una vez para ser salvo” (p.23). Este es un ataque a gran escala en contra de la doctrina de la perseverancia afirmada en la Confesión de Westminster. Peor aún, mina, quebranta la Escritura misma. Desafortunadamente, es una opinión que creen cristianos en nuestros días.
John Murray, comentando acerca de esta tendencia hace ya medio siglo, defendió la expresión “la perseverancia de los santos”:
Este no es el mejor interés de la doctrina involucrada sustituir la definición de origen “La Seguridad del Creyente”, no porque sea errónea en sí misma, sino porque la otra fórmula es mucho más cuidadosa y está implícitamente incluida. No es cierto que el creyente está seguro por siempre no importa cuánto pueda caer en pecado e infidelidad. ¿Por qué no es cierto? No es cierto porque establece una combinación imposible. Es cierto que el creyente peca; él puede caer en pecado grave y retroceder por períodos largos de tiempo. Pero también es cierto que el creyente no puede abandonarse al pecado; él no puede estar bajo el dominio del pecado; él no puede ser culpable de ciertos tipos de infidelidad.
La verdad es que la fe de Jesucristo es siempre respecto a una vida en santidad y fidelidad. Y por lo tanto no es apropiado jamás, pensar acerca de un creyente independientemente de sus frutos en la fe y santidad. Decir que un creyente está seguro sea cual fuere el alcance de su adicción al pecado en su vida, es extraer fe en Cristo de su definición y a ese abuso transformarlo de la gracia de Dios en lascivia. La doctrina de la perseverancia es la doctrina en que los creyentes perseveran…y no significa que ellos serán salvos independientemente de su perseverancia o continuación, pero que ellos seguramente perseverarán. Consecuentemente, la seguridad que les pertenece es inseparable de su perseverancia. ¿No es eso lo que dijo Jesús? “Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo”.
No debemos entonces refugiarnos en nuestra pereza o estimular nuestra pecaminosidad con la abusada doctrina de la seguridad del creyente. Sepamos apreciar la doctrina de la perseverancia de los santos y reconozcamos que podemos considerar la fe de nuestra seguridad en Cristo sólo mientras que perseveremos en la fe y la santidad hasta el final. (Redemption Accomplished and Applied, 154-55)
Cualquier doctrina de seguridad eterna que excluye la perseverancia, distorsiona la propia doctrina de la salvación. El cielo sin santidad ignora el propósito para el cual Dios eligió y redimió a Su Pueblo:
Dios nos ha elegido para este propósito. “Nos escogió en Él (Cristo) antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él” (Efesios 1:4). Nosotros hemos sido predestinados para ser conformados a la imagen de Cristo en toda Su pureza (Ro. 8:29). Esta elección divina nos da la certeza que seremos como Él cuando Él aparezca (1 Juan 3:2). De este hecho, Juan deduce que todos quienes tengan su esperanza en Él se purifican tal como Cristo es puro (1 Juan 3:3). La forma de utilizar la palabra “todos” da la certeza de que aquellos que no se purifican no verán a Cristo, ni serán como Él. Mediante su falta de purificación, probarán que no estaban predestinados. El apóstol por lo tanto le asesta un duro golpe al Antinomianismo. (Richard Alderson, No Holiness, No Heaven!, p.88)
La propia santidad de Dios requiere perseverancia. “La gracia de Dios asegura nuestra perseverancia, pero esto no significa que no somos responsables de perseverar”. Los creyentes no pueden adquirir “"el premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús" a menos que “prosigan a la meta” (Fil. 3:14). Pero a medida que ellos "trabajan (su) salvación con temor y temblor" (Fil. 2:12), se encuentran con que "Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad" (Fil. 2:13).
La soledad ha sido denominada como el problema emocional más común del mundo. Se supone que es una de las principales razones de sufrimiento humano. Además de esto, es una condición permanente de millares de personas. La soledad es una experiencia que nos golpea en algún momento de nuestras vidas; es un dolor interno, un vacio, un sentimiento de insatisfacción. Este estado emocional puede desaparecer en pocos minutos o durar toda nuestra vida. Sentir soledad no es pecaminoso, por lo que no hay necesidad de agregar un sentimiento más de culpa al problema. Nuestro Señor no tuvo pecado, sin embargo también se sintió solo. La realidad es que si esta emoción no es confrontada en forma realista y adecuada, entonces pueden desarrollarse actitudes dañinas, las cuales ocultaran el gozo en su vida.
Características de la soledad:
La Soledad es como una dolorosa advertencia de que no tenemos un contacto cercano y significativo con otros. Aún cuando estamos rodeados de otras personas, podemos sentirnos rechazados o mal entendidos. Frecuentemente, se dan sentimientos de tristeza, desánimo, desasosiego, y ansiedad, acompañado de un gran vacío. La soledad la puede sentir un hombre ocupado, rodeado de su familia, como un hombre viudo, una madre soltera, etc.
Sin embargo, hay experiencias que pueden conducirnos directamente a la soledad: la muerte de un familiar cercano, un divorcio, el rompimiento de un compromiso matrimonial, el tener que ir a vivir fuera del país dejando a toda la familia. Y también suele ocurrir como resultado del alejamiento de la persona con Dios.
Existe un intenso deseo de salir de este caparazón de la soledad, pero a menudo la persona solitaria se siente frustrada e incapaz de iniciar, continuar o experimentar una relación estrecha con alguien. Algunas veces, hay un sentimiento de desesperanza y un fuerte deseo de tener cualquier clase de relación con alguien, para ver si así se termina con ese terrible dolor de su soledad involuntaria. La soledad es dolorosa, no placentera, y parece que reseca la vida.
Hay distintos tipos de soledad:
Soledad transitoria o situacional. Esta puede durar desde un minuto hasta unos pocos meses. Puede darse por cambio de trabajo, universidad, mudanza, etc.
Soledad crónica o persistente. Esta proviene de la timidez de la persona, de una baja autoestima, de una auto-condenación, de una conducta social poco sensible de manera que los demás se alejan de dicha persona.
Muchos de nosotros hemos sentido la experiencia de sentirnos solos aún en medio de las personas. En otras ocasiones podemos estar solos, pero no sentir ningún sentimiento de soledad. Debido a esto, podemos decir que la soledad es un sentimiento interno que no depende necesariamente de que otras personas estén presentes o no. Esto hace que la solución sea un poco más difícil y personal.
La soledad y la Biblia:
La Biblia menciona a otros personajes que sintieron soledad como Moisés, Job, Nehemías, Elías, Jeremías y David. En Salmos 25:16, David expresa su soledad a Dios diciendo: “Mírame y ten misericordia de mi porque estoy solo y afligido”. Jesús se sintió solo en Getsemaní. Pablo también experimentó la soledad cuando estuvo preso y escribió a su amado amigo Timoteo: “Procura venir pronto a verme…” (2 Timoteo 4:9-11).
La Biblia no trata específicamente el tema de la soledad, pero en repetidas ocasiones se percibe el énfasis que hace en cuanto a la necesidad del hombre de tener comunión con Dios y con otros. Nos insta a amarnos, ayudarnos y animarnos unos a otros. Una creciente relación con Dios y con los que nos rodean es una buena base para empezar a solucionar el problema de la soledad en nuestra vida.
Enfrentando la soledad: He aquí algunos consejos prácticos para enfrentar la soledad.
La soledad puede ser pasajera si usted reconoce que Dios siempre está a su lado para ayudarlo y que Él puede restaurar su vida emocional para cultivar buenas relaciones con otras personas. Nuestra oración es por usted, para que logre experimentar el amor de Dios que nos hace sentir seguros y Su maravillosa paz que nos permite gozar de plena felicidad.
"Por nada estéis afanosos; antes bien, en todo, mediante oración y súplica con acción de gracias, sean dadas a conocer vuestras peticiones delante de Dios. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestras mentes en Cristo Jesús". Filipenses 4:6-7
Carlos A. López
Visión para Vivir
El juicio estaba llegando a su fin. Toda la evidencia pesaba en contra del acusado. La sentencia de muerte sin duda caería sobre Carlos Chambers. Había matado a una mujer de setenta años para robarle. Seguramente lo condenarían a la cámara de gas.
El fiscal, a fin de reafirmar su tesis, tuvo la ocurrencia de citar la Biblia: «Dios dice que el que derrama sangre de hombre, por el hombre su sangre será derramada.»
Ante esto el abogado defensor pidió que se anulara la sentencia, y el juez se vio obligado a conceder la petición. La ley dictaba que no se podía citar la Biblia para acusar a un hombre. Esto se debía a que en ese país había estricta separación entre Iglesia y Estado. Así que por referirse a la Biblia, el fiscal perdió su caso.
He aquí un caso interesante. Sucede en un país donde ocurren toda clase de argucias jurídicas extrañas, y se presta para una seria reflexión. Un asesino merece la pena de muerte. No debiera haber escape. Pero al citar la Biblia para condenarlo, se ponen en juego tretas jurídicas, y el hombre se salva.
Vale la pena preguntarnos: Al fin de cuentas, ¿en qué se basan las leyes humanas de todos los países del mundo para definir un delito? Si no puede citarse la Biblia en el juicio de un asesino, tampoco debe poder citarse para condenar a un adúltero, o a un mentiroso, o a un ladrón, o a quien sea culpable de cualquier delito.
Los Diez Mandamientos, que se encuentran en el Libro Sagrado, fijan y establecen la moral humana. Si no hubiera Biblia y no existiera ese Decálogo de Moisés, el hombre no tendría ley a la cual sujetarse. ¿Cuál sería el resultado? Se regiría sólo por la violencia y la fuerza. Su única ley sería su propio capricho personal...
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Hay muchos cristianos que han sido tentados a renunciar a la vida cristiana porque piensan que es demasiado dura y no cuentan con lo que necesitan para poder vivirla. Incluso los discípulos de Jesús probablemente se sintieron de la misma manera.
En el intervalo entre la muerte y la ascensión de Cristo, por sugerencia de Pedro, siete de los discípulos se fueron de pesca al mar de Tiberíades. Ellos habían estado pescando toda la noche y no habían atrapado nada. Temprano, la mañana siguiente, Jesús aparece en la orilla, y les dice en voz alta a ellos: “Hijitos, ¿tenéis algo de comer?” Ellos inicialmente no lo reconocieron. “No”, respondieron, y Jesús les pidió que echaran la red a la derecha de la barca. Entonces así lo hicieron, y no la podían sacar, por la gran cantidad de peces.
La sugerencia de Pedro de ir a pescar es significativa debido al hecho de que tres años antes, Jesús les había dicho a ellos que dejaran atrás la pesca. Durante esos años, ellos habían estado con Jesús, habían sido testigos de Sus milagros y habían escuchado Sus enseñanzas. Ellos habían llorado Su muerte y debieron haberse sentido fuertemente golpeados al abandonar a Jesús en el momento de Su arresto. Sin duda eso, los dejó derrotados, desilusionados y desanimados. Pedro probablemente pensaba, "Soy un fracasado sin esperanza y volveré a la pesca de nuevo, a lo que yo sé."
La devoción de Pedro por Jesús era tan alta como la de cualquier otra persona, pero cuando era confrontado con la realidad, él descubría que no podía hacerlo por sus propios medios. Si nosotros, de la misma manera que Pedro, estamos tratando de vivir la vida cristiana basados en simple capacidad humana, y llegamos a la conclusión que no podemos hacerlo, de hecho habremos llegado a un descubrimiento maravilloso. Una sensación de inutilidad y fracaso es la puerta de entrada por medio de la que el Señor Jesús entra y satisface nuestras necesidades...
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Si hay una cosa que goza de buena fama en la Biblia, es la miel. Se encuentra mencionada por lo menos sesenta veces entre Génesis y Apocalipsis, y es alabada sin reservas en la mayoría de los pasajes. Por ejemplo, la Tierra Prometida es una “tierra buena y ancha… que fluye leche y miel” (Éx 3.8). El maná, el alimento que Dios utilizó para sustentar a su pueblo en el desierto, era “blanco, y su sabor como de hojuelas con miel” (Éx 16.31). Juan el Bautista se alimentaba solamente con esta dulce sustancia, y con langostas (Mt 3.4). Incluso Salomón, ese astuto y sabio rey, asemeja las palabras agradables al panal de miel, llamándolas “suavidad al alma y medicina para los huesos” (Pr 16.24).
Pero cuando se trata de las abejas, los elogios son más difíciles de encontrar. Tengo una relación de amor y odio con estas pequeñas criaturas. Mi esposo Wayne es apicultor —un colmenero, por así decirlo— y hemos tenido en ocasiones hasta diez colmenas en el patio trasero de nuestra casa, y aunque no soy alérgica a las abejas ni tampoco les tengo miedo, reconozco que compartir un patio con nada menos que 500.000 de ellas puede ser un poco desconcertante. Aun así, cuando llega el momento de embotellar su duro trabajo, yo sumisamente me pongo un traje blanco (con un velo), enciendo la humareda para aquietarlas y ayudo con la cosecha.
Jesús dijo a sus discípulos: “Mirad las aves del cielo” y “considerad los lirios del campo, cómo crecen” (Mt 6.26-28). Pero como guardiana de abejas, he descubierto también que hay un conocimiento espiritual que podemos sacar de ellas.
La primera vez que apreté la oreja contra la parte superior del cajón de una colmena, lo único que oí fue una vibración frenética, pero este gran ruido, en realidad, cumple una función. Para preservar la cera, la miel y los huevos que hay dentro, la colmena debe permanecer a una temperatura constante de 94° F (35º C). Es por eso que las abejas, o bien elevan la temperatura de la colmena mediante la vibración de los músculos con que vuelan, o bien la bajan abanicando sus alas....
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Si usted vive para sí mismo, nunca estará contento. Muchos de nosotros no experimentamos el contentamiento porque demandamos que nuestro mundo sea exactamente como nosotros queremos que sea. Queremos que nuestro cónyuge cumpla nuestras expectativas y agenda. Queremos que nuestros hijos se ajusten y cumplan un plan que ya teníamos preestablecido para ellos. Y queremos que todo lo demás esté en su perfecto lugar, en nuestro pequeño mueble en donde acomodamos cada elemento de la existencia.
Pablo oró para que los filipenses tuvieran una perspectiva diferente. Él comenzó su epístola a ellos con una oración para que el amor del uno por el otro abundara (Fil. 1:9); y también les dio este consejo práctico: “Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo” (Fil. 2:3). Él quería que se olvidaran de ellos mismos al estar ocupados por el bienestar de los demás. Éste fue el ejemplo que les dio a ellos y a nosotros también:
“Sin embargo, bien hicisteis en participar conmigo en mi tribulación. Y sabéis también vosotros, o filipenses, que al principio de la predicación del Evangelio, cuando partí de Macedonia, ninguna iglesia participó conmigo en razón de dar y recibir, sino vosotros solos; pues aun a Tesalónica me enviasteis una y otra vez para mis necesidades. No es que busque dádiva, sino que busco fruto que abunde en vuestra cuenta. Pero todo lo he recibido, y tengo abundancia; estoy lleno, habiendo recibido de Epafrodito lo que enviasteis; olor fragante, sacrificio acepto, agradable a Dios. Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a Sus riquezas en gloria en Cristo Jesús” (Fil. 4:14-19).
Aunque Pablo estaba seguro de la providencia de Dios, independiente de sus circunstancias, y fortalecido por el poder divino, él sabía cómo escribir una amable carta de agradecimiento. Él quería que los filipenses supieran que habían hecho algo noble cuando atendieron sus necesidades. Ellos eran una iglesia pobre de Macedonia (un área cuya pobreza es descrita en 2 Co. 8-9) que aparentemente mandó comida, ropa y dinero a Pablo a Roma por medio de Epafrodito. Su generosidad impresionó a Pablo.
Note lo que le hizo más feliz con respecto al regalo: “No es que busque dádivas, sino que busco fruto que abunde en vuestra cuenta” (Fil. 4:17). Él estaba más interesado en el beneficio espiritual de ellos que en su propia ganancia material. Estar cómodo, bien alimentado y satisfecho no eran las preocupaciones más importantes en la vida de Pablo. Él estaba interesado en acumular intereses eternos en las vidas de las personas que amaba. Aquí están los principios escriturales que se aplican:
Proverbios 11:24-25: “Hay quienes reparten, y les es añadido más; y hay quienes retienen más de lo que es justo, pero vienen a pobreza. El alma generosa será prosperada, y el que saciare, él también será saciado”.
Proverbios 19:17: “A Jehová presta el que da al pobre, y el bien que ha hecho, se lo volverá a pagar”.
Lucas 6:38: “Dad, y se os dará”.
2 Corintios 9:6: “Pero esto digo: El que siembre escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará”.
Pablo describió el regalo que él había recibido como “olor fragante, sacrificio acepto, agradable a Dios” (Fil. 4:18). Él usó una imagen del Antiguo Testamento para decir: “No solo me lo dieron a mí, sino también se lo dieron a Dios”. Al principio de este pasaje, en el versículo 10, notamos qué feliz estuvo Pablo por recibir este regalo. Su gozo no era porque finalmente había recibido lo que él tanto esperaba (como vimos en el versículo 11, él amablemente menciona que no lo necesitaba), sino porque los filipenses le habían dado algo que honraba a Dios y se les acumularía para su beneficio espiritual.
Lo que ellos hicieron llevó a Pablo a decir al final: “Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a Sus riquezas en gloria en Cristo Jesús” (v. 19). Ése es uno de los versículos más citados en toda la Escritura, pero se debe poner en su contexto. Pablo estaba diciendo, “Ustedes me dieron en una forma que los dejó en necesidad. Les quiero asegurar que Dios no permanecerá en deuda. Él proveerá para sus necesidades”. Se refiere a las necesidades materiales del mundo sacrificadas por los filipenses que Dios les repondría generosamente en respuesta a su sacrificio.
Si en la misma manera, usted “honra a Jehová con tus bienes… y serán llenos tus graneros con abundancia, y tus lagares rebosarán de mosto” (Pro. 3:9-10), Dios no solo le dará bendiciones espirituales y no le dejará morir de hambre. Si está en Cristo, los bienes de Dios en gloria son suyos. Es por eso que, como aprendimos en el primer capítulo, no debemos estar preocupados por lo que comemos, bebemos o vestimos. Sino que debemos “buscad primeramente el reino de Dios y Su justicia; y…no os afanéis” (Ma. 6:33-34).
Ataque la ansiedad en su vida aplicando lo que ha aprendido sobre el contentamiento. Tenga confianza en la providencia soberana de Dios; y no permita que las circunstancias le angustien. En vez de entrar en pánico, aférrese a la promesa de Romanos 8:28: “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a Su propósito son llamados”. Considere ese versículo como un sustento espiritual para el resto de su vida.
Resista también la tendencia de nuestra sociedad materialista y egoísta sintiéndose satisfecho con poco; y esté más preocupado por el bienestar espiritual de otros que por sus necesidades materiales. Sea obediente a la Palabra de Dios y esté seguro de Su poder para proveer todas sus necesidades. Que el Señor guarde todos estos principios en nuestras mentes para que estemos contentos – ¡y libres de la ansiedad!
La muerte persigue al hombre. A través de los tiempos poetas, filósofos y otros escritores han tratado de explicar, comprender y sobrellevar la realidad de la muerte.
El famoso escritor Ernest Hemingway estaba obsesionado con la idea de la muerte. Su padre, un intelectual, se había suicidado cuando Ernest era un joven. Como resultado, Hemingway quiso demostrar a la humanidad que no le temía a la vida ni a la muerte. Irónicamente, en un arranque de ira y debilidad humana, a los 61 años cometió suicidio.
La Biblia reconoce que la muerte física es inevitable. En Hebreos 9:27 leemos que "está establecido para los hombres que mueran..." En cierto sentido todos somos enfermos terminales. Todos hemos de morir a menos que Cristo regrese durante nuestra vida.
Alguien dijo con acierto: "Los jóvenes pueden morir, los viejos deben hacerlo." La muerte física es el enemigo más obstinado y acérrimo de la humanidad. Pero no es el adversario más peligroso.
La Biblia distingue entre muerte física (que eventualmente todos debemos enfrentar) y muerte espiritual (que todos experimentamos de manera inicial). En su acepción básica, muerte significa separación de algo o de alguien. Implica soledad. Como consecuencia de su pecado, el hombre comienza la vida separado de Dios y espiritualmente muerto.
Jean Paul Sartre, el famoso filósofo existencialista, observó con exactitud: "El hombre está solo." A no ser por una relación personal con Dios y un compromiso con El, el hombre está muerto espiritualmente y está muy solo.
La Biblia también menciona la muerte eterna o la "segunda muerte" (Apocalipsis 20:14). Esta muerte es una separación de Dios, pero separación eterna e irreversible. Todo el que rehúse entregar su vida a Jesucristo aquí en la tierra, ha de experimentar esta muerte eterna.
La muerte física no es el final de la existencia del hombre. La cuestión es dónde pasaremos la eternidad usted y yo--en el cielo o en el infierno. No hay otra alternativa. La realidad de la muerte y el infierno debiera motivarnos como cristianos a compartir el evangelio de Jesucristo con los inconversos.
Aproximadamente 150.000 personas mueren diariamente en el mundo. La mayoría pasa a una eternidad sin Cristo. La historia a menudo ha registrado las últimas palabras de quienes se dan cuenta de que, por haber rechazado a Cristo, no tienen esperanza.
Voltaire, el conocido ateo francés, declaró: "En veinte años no habrá más cristianismo. Una sola mano mía destruirá el edificio que fuera levantado por doce apóstoles." Sin embargo, al enfrentarse con la muerte, exclamó: "Dios y los hombres me han abandonado." El médico de Voltaire expresó su asombro por el tormento espiritual que experimentó su paciente antes de pasar a la eternidad.
En contraste, el gran evangelista Juan Wesley declaró en su lecho de muerte: "Lo mejor de todo es que Dios está conmigo." Murió satisfecho y feliz de estar en la presencia de su Señor.
La muerte no tiene por qué obsesionar a los cristianos. Si hemos entregado nuestra vida a Jesucristo, tenemos un glorioso futuro esperándonos más allá de la muerte.
¿No da alegría y paz a nuestro corazón saber que esto es una realidad, al saber que más allá de la muerte hay un maravilloso porvenir junto a Dios mismo?
Una palabra que evoca pensamientos de claridad, inocencia y virtud. La pureza es una condición del alma que se manifiesta en la personalidad y en la conducta. La experiencia de vida nos muestra cuán importante es conservar la pureza en todas nuestras actitudes y decisiones. Conforme pasan los años, levantamos la cosecha de nuestras acciones juveniles. Conservarse puro es una decisión fundamental, la cual, idealmente, debe hacerse en la niñez. Sin embargo, tú, joven adulto, puedes tomar esta decisión a partir de ahora y de ese modo cambiar el curso de las cosas. Se trata de mantener la pureza en todas las áreas de tu vida. Me gusta llamar a esta dinámica: “la pureza integral”.
La pureza integral debe manifestarse en tu relación personal con Dios, manteniéndola libre de agentes contaminadores tales como las raíces de amargura (Hebreos 12: 12-15), los argumentos mentales en contra de Dios (2ª Corintios 10. 3-6) y la falsa doctrina (1ª Timoteo 6. 21,21). Conservarte puro en el área espiritual te ayudará a mantener sana tu vida mental y emocional, la cual incluye tus decisiones morales, éticas, laborales y afectivas. Permíteme darte un ejemplo: ¿Cuál es tu concepto acerca del éxito laboral, ahora que estás atravesando la etapa de afirmar tu carrera? Las últimas dos décadas marcaron un énfasis necesario -aunque un poco exagerado-acerca del éxito personal. En la literatura impresa, como en el internet y en una multitud de conferencias, se predicó la idea acerca de la fusión entre carrera y significado.
En otras palabras, millones de jóvenes como tú fueron formados bajo la filosofía que declara: “Tú eres tu profesión”. Pero esta escuela de pensamiento “avanzado” encierra la misma ética de otrora que quiso combatir. Antes se le decía a los jóvenes: “Sé alguien en la vida”, como una apelación a que estudiasen una carrera profesional y ganasen mucho dinero. En parte se decía porque la mayoría de los padres no tuvieron la oportunidad de estudiar; entonces, aunque la intensión era buena, se canalizaba por medio de la frustración. Hoy la sociedad te dice a ti: “Sube la escalera” contaminando de ese modo el verdadero sentido de la sana competitividad, algo que en realidad te provoca a comprometer tus principios morales, o en otras palabras, a comprometer tu pureza ética.
Sin embargo, debes de tener siempre en cuenta que aunque debes esforzarte por progresar, la promoción más segura viene del Señor. No la procures por tu propia cuenta, orbitando como un planeta alrededor de tus líderes para que noten tu presencia y tus cualidades; o pasando por encima de los demás. Recuerda que Dios no es ciego, así que cuando él considere que es el mejor momento, entonces producirá que las cosas se den a tu favor, siempre y cuando te mantengas puro.
En otro orden de cosas, la pureza integral también se manifiesta en tus relaciones personales. ¿Cómo escoges a quien permitirle la entrada a tu vida y por quién optas para servir contigo? Si lees bien el texto bíblico de 1ª Timoteo 5.22, el apóstol Pablo le dice al joven Timoteo: “Consérvate puro”, y lo hace en el contexto de una serie de instrucciones sobre la vida personal y laboral, algo que en el caso de Timoteo tenía que ver con la profesión del pastorado. A esas alturas, Timoteo no tenía mucha experiencia, y seguramente era tentador para él escoger a otros jóvenes inexpertos como él, o a cristianos demasiado nuevos para ser líderes en la iglesia. En el capítulo 3 verso 6 del mismo libro, Pablo le exhorta a no escoger líderes neófitos, o en otras palabras, “nuevos en la fe”.
Para un pastor joven como Timoteo, quien posiblemente atraería a otros jóvenes a la fe en Cristo, sería natural desear incluir a sus nuevos amigos en el liderazgo. Sin embargo, Pablo le recuerda que tal decisión podría ir en detrimento de la vida espiritual de esas personas y de la congregación. Hoy en día, tú debes aplicar ese principio a tu propia vida cualquiera sea tu situación. No tomes decisiones emocionales, sino inteligentes, cuando se trate de elegir tus relaciones personales. Esta es una manera de mantener tu pureza.
Y por supuesto, no puedo dejar de mencionar la necesidad de que conserves tu pureza sexual. Créeme que no se trata de un capricho religioso. Dios ha creado el sexo como un verdadero regalo, y a diferencia de los animales, el designio de Dios para las relaciones sexuales humanas está ligado a la intimidad con tu futuro cónyuge. Allí es donde se fusionan mecanismos físicos, emocionales y espirituales. La libertad, la paz y la satisfacción que provienen de mantener las relaciones sexuales dentro del matrimonio son incomparables. Si aun eres soltero, te aseguro que vale la pena esperar. Por otro lado, la Biblia dice que el matrimonio es una figura del amor y la relación personal de Dios con sus hijos. ¿Por qué contaminar, entonces, algo tan sagrado mal usando el sexo antes, o durante, el matrimonio?
Evidentemente, esta condición del alma llamada pureza debe ser aplicada a todas las áreas de tu vida; no obstante, he puesto énfasis en aquellas que demandan especial atención durante la preciosa etapa de la juventud. Así que, consérvate puro, porque tu recompensa es más valiosa y duradera que cualquier otra satisfacción temporal.
Dr. Daniel Catarisano
Enfoque a la Familia